Siempre escuchamos que los momentos más dolorosos resaltan nuestra humanidad. Hay quienes afirman que las mejores expresiones artísticas germinan en medio de la tragedia. Borges por su parte nos muestra con Funes la desgracia disfrazada de bendición que supone la memoria. Vivir para recordar hizo que ese uruguayo imaginario perdiera la capacidad de pensar.

Así como los trotes de un caballo precedieron a la memoria de Funes, los desastres preceden a la súbita hermandad creada por la necesidad. Las diferencias pasan a un segundo plano, prima la solidaridad y el fervoroso deseo de superar ese obstáculo que nos pone a prueba como humanidad.

No importa cuántas series apocalípticas se haya consumido, la necesidad siempre superará a la ficción. La naturaleza es capaz de mudar el presente convirtiéndonos en protagonistas del circo de Donoso, redefiniendo nuestro concepto de normalidad. Así la devastación se transforma en papel litmus, que sustituye la acidez por la capacidad y preparación, de esos servidores públicos que con mucho sacrificio logran ser elegidos democráticamente para representar el sentir de sus electores.

La desesperación de que impera en el ambiente sirve para ver cómo estos elegidos reaccionan ante los pedidos de ayuda, que abundan durante una desgracia. Porque en la necesidad la magia del carisma o la esperanza de las promesas se va erosionando con el paso del tiempo. Sin planes de contingencia que prevean problemas logísticos en el envío de comida, medicina y cualquier tipo de ayuda, el apoyo a cualquier líder tiene sus días contados.

Mientras el pueblo deja el alma en las calles, quienes tienen el honor de servir a la ciudadanía, deben hacer todo lo posible para reestablecer los canales de comunicación entre los rescatistas, coordinar limpieza de vías públicas y asegurarse que los hospitales estén operativos. Son responsables de todos los detalles logísticos para evitar que ninguna escuela quede desamparada, que los refugiados pasen hambre y que el pesimismo se traduzca en una dejadez que atrase la recuperación.

Líderes que logren comunicar que no están solos porque se tienen los unos a los otros, independientemente de si el echan queso o no a su quesadilla. Que transmitan como la preocupación de la comunicad internacional se traduce en brigadas especializadas para acelerar las labores de rescate y regreso a la vida cotidiana. Actos que se traducen en un simple importamos al mundo, por eso nos ayudan, lo mismo de Honduras que desde Israel o Japón.

Mexico Muerte

Estas responsabilidades son las que el pasado 19 de septiembre, fecha doblemente maldita, incrementaron la presión sobre los funcionarios públicos mexicanos. Por quinta vez en un par de meses la naturaleza se ensañaba contra la tierra de Huitzilopochtli, Tlaloc y Kukulkán.

Aún recuerdo como ese primer 19 de septiembre de hace varias décadas, en un pequeño televisor en blanco y negro, miraba la devastación de aquel sismo del que nunca se podrá determinar certeramente cuantas víctimas mortales dejó a su paso. En aquella ocasión Mario Moreno “Cantinflas” viajó a Puerto Rico para, junto al comediante isleño José Miguel Agrelot, organizar la ayuda que luego llevaría a México. Eran otros tiempos, era otra la historia…

En esta ocasión, la tristeza de la noticia se juntó con la impotencia de saber que en muy pocas horas mi tierra emularía en devastación a la nueva Tenochtitlan. Mientras mi trozo de Caribe se sumergía en el silencio, una perra de rescate, Frida, regalaba a todos los mexicanos hiatos de alegría entre tanta lágrima. Como el poeta en su búsqueda del sol de las cinco de la tarde se topaba con letras de fuego sobre el jade, Frida tatuaba fechas en la memoria de sus rescatados sin importar la grieta donde se encontraban ubicados.

Frida

El silencio de la tragedia brinda instantes para recapacitar, comenzar a ver desde un prisma distinto. Aunque siempre se termine tratando de identificar que funcionó, que puede mejorarse y en que hay todavía mucho trabajo por hacer.

Sin embargo, el 19 de septiembre también significó la llegada de las primeras ráfagas de María a Puerto Rico. La isla del encanto fue golpeada salvajemente por dos de los más potentes huracanes registrados en los pasados cien años. Luego del paso de Irma (el ojo del huracán no atraviesa la isla sino que pasa 160 kilómetros al norte de San Juan) entre el 60% al 70% de este territorio estadounidense se quedó sin energía eléctrica. Con el huracán María (el ojo atraviesa diagonalmente Puerto Rico) la situación empeora con el 100% del sistema de energía eléctrica colapsado y cerca del 90% de las redes celulares del país fuera de servicio.

Aislados del mundo, sin forma de comunicarse y sin acceso a información los primeros días después del paso de María fueron de angustia. Las noticias de los intentos del gobierno de establecer comunicación por medio de la entrega de teléfonos satelitales a los 78 municipios de esta nación caribeña eran numerosas. Asimismo, los anuncios de la llegada de ayuda de la diáspora puertorriqueña y de varios estados de Estados Unidos pintaban un panorama esperanzador.

Puerto Rico Maria 0

El paso del tiempo, ese traidor creador de héroes y villanos, fue revelando que decenas sino cientos de contendedores con medicinas, comida, combustible y otros artículos de primera necesidad descansaban hace días en los muelles o el aeropuerto. Los más necesitados no recibían ayuda, no porque no la había, sino por impericia y falta de coordinación del gobierno central.

Los huracanes, contrario a los terremotos, son fenómenos atmosféricos a los que se le puede predecir su ruta y velocidad de movimiento. En otras palabras, las autoridades sabían el trayecto, día y hora del comienzo de los efectos del huracán María. Esto fuerza a la formulación de numerosas preguntas:

¿Por qué luego del impacto del huracán Irma no se entregaron teléfonos satelitales a todos los municipios? ¿Existía un plan logístico de contingencia ante la inminente llegada de María? ¿Qué ha sucedido con las ofertas de ayuda internacional? ¿Por qué el gobierno del territorio trata de disimular la obvia apatía del gobierno federal bajo la administración del Presidente Trump? ¿Realmente está llegando a tiempo la ayuda prometida? ¿Por qué no se solicita apoyo a la comunidad internacional? ¿Es más importante un ideal político a las vidas de los miles de puertorriqueños que siguen incomunicados?

Puerto Rico Maria II

Aparte de la frustración y angustia que pude llegar a sentir después del paso del huracán, no he podido dejar de sentir rabia e indignación. Escuchar noticieros estadounidenses es un ejercicio similar al de acudir a un curso de geografía mezclado con uno de biología. Primero se da a conocer que Puerto Rico es una isla para proseguir a mostrar su ubicación en un mapa. Una vez concluye esta primera lección, se comienza a explicar que es un puertorriqueño, reiterando que son americanos (no por haber nacido en las Americas) sino porque ostentan la ciudadanía estadounidense.

Hay que definir a ese espécimen raro para evitar pensar que vive su vida al ritmo de despacito, con el cuello cargado de cadenas de oro y tirado en la playa bebiendo piña colada.

Mientras en San Juan el reflejo del espejo mostraba un liderato del gobierno local aferrado a la visión de Pangloss, una realidad que ameritaba unas inexplicables gracias continuas al Presidente de los Estados Unidos por culpar a Puerto Rico de su situación, recordarle su nivel de deuda y de ignorar el sufrimiento de todo un territorio de ciudadanos estadounidenses que parecía no ser lo suficientemente importantes para recibir ayuda, pero si para ir a pelear guerras engendradas desde la mentira.

Puerto Rico Maria III

Afortunadamente los medios de comunicación anglófonos no comulgan con el mundo de Leibniz y con el pasar de los días y comenzaron a adoptar una postura más fuerte ante la desidia del poder ejecutivo de los Estados Unidos. El resultado resalta la contradicción que impera en el cuarto piso de José Luis Gonzalez dando como resultado que mientras algunos representantes de los puertorriqueños en la isla y Washington DC rinden pleitesía al amo, medios estadounidenses publicaban editoriales como “Second-Class Puerto Rico” por The Wall Street Journal, “Puerto Rico Is American. We Can’t Ignore It Now.” por The New York Times y “Puerto Rico: The urgency of now” por Chicago Tribune, entre otros. Todos alzando su voz a favor de sus conciudadanos puertorriqueños.

Una experiencia surreal ver al liderato insular agachar la cabeza para felicitar a la Casa Blanca, cuando los periódicos la acusaban de tratar a los puertorriqueños como ciudadanos de segunda clase, le recordaban que en esta Antillas hay 3,5 millones de habitantes que son ciudadanos estadounidenses y que miles de veteranos de guerra necesitan ayuda.

Puerto Rico Maria IV

La prensa estadounidense, gobernadores, senadores y representantes del poder legislativo federal clamaban por la suspensión (muchos por la derogación) de la famosa Acta de Marina Mercante de 1920 (conocida como Ley Jones) que estipula que todo el tráfico entre puertos estadounidenses tiene que hacer en barcos de matrícula estadounidense, construidos en Estados Unidos, propiedad de ciudadanos estadounidenses y operado por ciudadanos y/o residentes de Estados Unidos.

Una normativa completamente anacrónica que sólo sirve para prolongar un subsidio ineficiente en empresas estadounidenses que impacta negativamente al erario puertorriqueño que tiene que en pleno siglo XXI vivir con medidas similares a las que a principio del Siglo XIX imponía España a sus colonias o las que sirvieron para que a finales del siglo XVIII trece colonias inglesas se levantaran en rebelión.

Puerto Rico

La respuesta inicial de Washington DC fue proteger el mercantilismo del Siglo XXI pues las empresas de marina mercante de Estados Unidos perderían mucho dinero si se suspendía esta medida a Puerto Rico por un año. Lo interesante es que cuando sí se suspende esta normativa como medida para acelerar la recuperación de Houston y la Florida luego del pase de los huracanes Harvey e Irma, no se acordó de las empresas navieras de Estados Unidos.

Claro que más de un mal pensado inmediatamente dirá que ambos son estados republicanos con un importante número de colegios electorales mientras los puertorriqueños no votan por el presidente y no tienen poder de voto en el congreso. Pero cuidado, el Karma es un elemento sorpresivo. Antes del huracán María Puerto Rico perdía entre 2% a 3% de su población que emigraba buscando una nueva vida, con el estado de Florida siendo uno de sus principales destinos. La presente debacle acelerará la emigración, incrementando el número de votantes en las elecciones presidenciales de 2020. Si el norte recuerda, imagínense un grupo de ciudadanos de segunda clase del Caribe…

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El “Report on the Competitiveness of Puerto Rico’s Economy” publicado en 2012 por el Banco de la Reserva de New York indicaba que la Ley Jones hace el comercio con Puerto Rico ineficiente al incrementar los costos de transacción. Un estudio hecho por la Universidad de Puerto Rico en 2010 manifestaba que la Ley Jones le costaba a Puerto Rico unos US$ 537 millones anuales. Si consideramos el periodo comprendido entre 1921 a 2016 manteniendo como costo total anual US$ 537 millones (dólar de 2010) entonces el subsidio que Puerto Rico ha entregado a las empresas navieras de Estados Unidos en ese tiempo es de US$51.015 millones.

Pero hay algunas nuevas noticias en Puerto Rico, las empresas de telecomunicaciones se unen y de forma conjuntan comienzan a trabajar para recuperar a cobertura perdida. Asimismo, el rechazo a la postura de Trump en relación a la Ley Jones en Puerto Rico lo forzaron a autorizar temporalmente  su suspensión. Pero como el insulto siempre abraza al descaro, lo que pensaba sería un periodo de gracia de un año concluye sino una burda burla al pueblo puertorriqueño. La suspensión es por diez días, tiempo menor al que le toma a muchos buques de navieras estadounidenses llegar desde su lugar de origen hasta la menor de las grandes Antillas. Hay animales más iguales que otros… ¡Qué sentencia tan apropiada de Orwell!

Los dueños de las navieras estadounidenses deben estar contentos con esta decisión. Seguramente, si los políticos puertorriqueños hincan su rodilla durante “The Star Spangled Banner” conseguirán la atención del Presidente número 45 de Estados Unidos. Él se encuentra ocupado tratando de impulsar una reducción de impuestos que beneficia a sus propias empresas.

Referencias

Las imágenes son de Pinterest.

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