La semana pasada el sector de telecomunicaciones mexicano cantaba victoria luego de que el Senador Monreal del partido MORENA anunciara que retiraba su propuesta para enmendar la constitución de la nación. ¿Su objetivo? Alterar lo alcanzado en 2013 cuando varias entidades del estado pasaron a ser, por rango constitucional, completamente autónomas del gobierno. Una autonomía que rompió con el centralismo de tantas décadas se había logrado cambiar de partido, pero todos los caminos partían desde el mismo lugar.
La anacrónica propuesta, digna de los tiempos que idearon el retorno proporcional, deseaba reducir el número de comisionados de tres entidades de gobierno, seguramente acoplando los términos de estos con los sexenios presidenciales y eliminar ese incómodo requisito de buscar expertos colegiados capaces de pasar un examen para competir por intelecto y no dedazo supremo por un puesto público.
Sin embargo, tanto la forma, el modo y el momento de la propuesta no evitan que emane un hedor a revanchismo por parte del ejecutivo hacia aquellas entidades en las que no se ha podido cumplir la promesa de campaña en la que se afirmaba que ningún servidor publico podía tener un salario más alto al que devenga el presidente de la nación. Indudablemente son palabras dulces ante quien las escucha sin hacer un análisis mas profundo de sus potenciales consecuencias a futuro si es que se desea atraer para el servicio público a las personas mejor preparada para el cargo. ¿Qué sucede si un presidente decide disminuirse el sueldo? ¿Hemorragia de funcionarios?
Es por esta razón, la rapidez con la que inicialmente se anuncia y posteriormente el retiro de la propuesta coincide con un fervor casi unánime de múltiples actores del sector de telecomunicaciones local, quienes coincidieron en el fondo pero que mostraron una forma casi desquebrajada. Pocas veces en la típica cacofonía que caracteriza las reuniones de esta industria en México se pudo encontrar tantas coincidencias, muchas superficiales, pero coincidencias al fin.
Sin embargo, todo este trajín sabe a poco. Hiede a victoria pírrica del sector ante una acción que tenia un objetivo mucho más simple: actuar como termómetro para tomar la temperatura de la industria e ir identificando resquebraduras sobre lo que se piensa de la labor del regulador. Simplemente se querían conocer los argumentos, las debilidades de estos y observar hasta qué nivel podría una propuesta amoldada a atender estas preocupaciones, generar tanta unidad entre los beneficiados.
Imagino que el subsiguiente análisis de las opiniones del mercado será hecho de forma paulatina. Hasta podría considerar alguna que otra voz externa desde un editorial comience a alabar la mal escrita y contradictoria propuesta. Nada extraño para una monografía que logró alcanzar hasta el visto bueno del presidente en su corto período de vida.
El fantasma del centralismo desea hacerse tangible, nuevamente llegar a imponer su visión de control irracional apoyado en los datos alternos que ofrece la todología. Mientras esto ocurre en tierras mexicanas, en medio de una pandemia otros gobiernos regionales buscan alternativas que estimulen la inversión en zonas que hasta la fecha no han sido rentables. Ni siquiera el manto de excusas que provee el COVID-19 ha servido para desenfocar a algunos servidores públicos del trabajo que no han dejado de ejecutar por el simple hecho de que desde el ejecutivo no los controlan. La acefalía ha sido contenida.
Si lo mismo pasara en el mundo del fútbol se imaginan lo aburrido que sería ver como se alteran reglas de campeonatos para favorecer a ciertos equipos – cualquier parecido con la CONCACAF es pura coincidencia. Bueno, aquí no creo que precisen de gran memoria pues tanto en el torneo local como a nivel global la esperanza de vivir torneos descentralizados donde no ocurren ningún tipo de intervención injusta del árbitro es una linda quimera. Igual hay formas de hacer las cosas y momentos para hacerlas.
En términos de magnitud, no es lo mismo robar un partido intrascendente de la liga que manipular el resultado de una semifinal continental. Ambas son un proceso donde las anomalías van sucediéndose desde hace muchos años. De esta manera se ha ido educando a los hinchas para que resignados estos definan su indignación con un “siempre roban los partidos para los mismos”.
Cuidado con los placebos constitucionalistas y futbolísticos, no sea que terminemos dándole porras a un ídolo que siempre en el pasado encuentra su mejor momento. Sí, cuidado con el caudillo que en el mercado local se dedica a vender espejitos porque sabe que siempre hay quien los compra.