Las personas que trabajan en el sector de las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) escuchan constantemente la importancia que tienen para el futuro de un país la innovación tecnológica. Es una frase que casi siempre va acompañada de diversos estudios que tienen como único objetivo predicarle a quienes ya están convencidos de las bonanzas de la tecnología. Hay una realidad que no puede obviarse, la inmensa mayoría de las personas que asisten a eventos relacionados con las TIC son profesionales con experiencia en la industria. En otras palabras, mucha de la información que se presenta es conocimiento general.

En otras palabras, los mensajes no están llegando al público objetivo porque muchas veces se declaran en foros erróneos o al menos no los escuchan quienes tienen el poder de hacer los cambios necesarios. Si a esta realidad le agregamos que muchas veces cuando presenciamos conferencias de servidores públicos o debates entre aspirantes a un puesto político queda claro que su conocimiento sobre el sector es casi nulo. Situación que pasa desapercibida cuando la normalidad reina pero que se convierte en una pesadilla en medio de las tareas de recuperación luego de un desastre natural.

Los ejemplos abundan, ya en México durante los primeros meses de la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador observamos los continuos desatinos al hacer referencia a las telecomunicaciones. Quizá el cenit de su confusión fue cuando afirmó indirectamente que la cobertura geográfica era el parámetro que deberían utilizar los proveedores de servicios para medir cuan bien sirven a los consumidores mexicanos. Una cobertura geográfica que incluye selva, desierto, montañas y aguas territoriales en las que no habita ni transita un ser humano. Una cobertura geográfica que para ser alcanzada se deberían desperdiciar miles de millones de dólares sin la esperanza que a corto o mediano súbitamente surjan poblaciones que puedan beneficiarse de esas redes.

Mirando un poco mas al sur observamos como en Venezuela en 2015 el Presidente Nicolas Maduro afirmó que ya su gobierno estaba trabajando en la modernización del país por medio del despliegue de 5G. O sea, que el 5G llegó a este país sudamericano años antes de que estuviese listo su estándar y cuatro años antes de los primeros despliegues en Corea del Sur, Estados Unidos y Uruguay. Curiosamente, Venezuela es uno de los países más atrasados de América Latina en todo lo referente a la adopción de tecnologías digitales o el uso de aplicaciones móviles avanzadas. Lastimoso presente de quien fuese uno de los líderes latinoamericanos en innovación.

La falta de conocimiento también puede tener otras formas de expresarse como la necesidad de informar a los constituyentes sobre un nuevo proyecto antes de que el mismo estuviese maduro y completamente estudiado. Un buen ejemplo de esta variedad de desaciertos lo observamos en el 2012 con el anuncio de un nuevo servicio móvil del operador argentino satelital ArSat; con el nombre de Libre.Ar se prometía un nuevo competidor que dinamizaría al mercado introduciendo nuevas tarifas competitivas. Luego de gran algarabía durante el anuncio, los meses posteriores quedaron en un eterno silencio como si la meta fuese que el nombre del aclamado nuevo operador móvil quedase en el olvido.

Si lo que buscamos es un ejemplo de como la falta de conocimiento del poder de las telecomunicaciones junto a la incompetencia gubernamental crean un clima caótico que sólo sirvió para empeorar la grave situación que se estaba viviendo, entonces no hay que mirar más allá de Puerto Rico. Los huracanes que en septiembre de 2017 devastaron esta isla Caribeña dejaron su red de telecomunicaciones prácticamente destruida. El gobierno, que sabia del inminente paso de los huracanes por el territorio no incorporado de Estados Unidos en lugar de repartir teléfonos satelitales antes de la llegada de los fenómenos atmosféricos, lo comenzó luego de haber sentido los estragos de Irma y María. De esta forma, el incompetente gobernador de ese momento – que renunciaría en 2019 – terminó viajando por todo el territorio insular en helicóptero repartiendo celulares satelitales.

No obstante, lo más inverosímil de la situación es como el gobierno local por medio del regulador del sector comenzó a publicar información sobre la recuperación de las redes de telecomunicaciones de Puerto Rico diferente a la que hiciera disponible la Comisión Federal de Comunicaciones de los Estados Unidos. Obviamente los números del regulador puertorriqueño mostraban un panorama mucho más positivo que los mostrados por el regulador estadounidense, entidad que tiene jurisdicción sobre Puerto Rico.

De manera más reciente, los debates entre los distintos candidatos a la presidencia de Estados Unidos por el partido demócrata parecen cubrir todo tipo de temas excepto el de la tecnología. Aparte de alguno que otro comentario demagógico donde se equipara el sistema de gobierno de Dinamarca o Suecia con el de China o Cuba, casi toda la discusión se centra en como hacer la implosión de la única esperanza existente para quienes no desean un segundo termino del racista, xenófobo, misógino y mitómano Presidente Donald Trump.

Lo sorprendente es que precisamente las telecomunicaciones han sido protagonistas de su presidencia al utilizarlas como elemento de negociación ante China. Ni siquiera se escucha entre los candidatos demócratas un comentario sobre si tiene o no tiene razón el gobierno estadounidense para preocuparse del surgimiento de un gigante tecnológico que puede desafiar el histórico liderazgo de los Estados Unidos en América Latina.

La respuesta al interrogante sobre la posición de los candidatos demócratas se observa en su votación y comentarios fuera del debate sobre este asunto: como mínimo comparten la misma preocupación que la administración Trump. Esto abre la puerta a muchas especulaciones acerca de cuál será el futuro de las relaciones bilaterales entre estos dos países de ganar un demócrata las elecciones el próximo noviembre. También queda la expectativa de que un nuevo triunfo presidencial de los republicanos polarice aún más la posición de la Casa Blanca.

De todas formas, aún teniendo este conflicto como protagonista de titulares de periódico, queda bastante claro que cuando se habla de las telecomunicaciones y la tecnología usualmente es desde una perspectiva financiera o de seguridad nacional. El discurso de las TIC como herramienta para el desarrollo social y oportunidad para fomentar igualdad en la sociedad está simplemente ausente. La transformación digital no aparece en el léxico de los líderes de los distintos países sean desarrollados o miembros de ese gran conjunto de naciones que componen el Sur Global.

Mientras todo esto pasa veo en el calendario las fechas de más eventos de la industria donde nuevamente me indicarán el impacto de la tecnología en el crecimiento del PIB. Tampoco faltará entre los temas a mencionar la presencia de algún porrista que reitere como la convergencia es una gran necesidad para los consumidores de la región – no importa que los porcentajes de pobreza en la población latinoamericana se midan en decenas.

Aparentemente la convergencia es la panacea que arreglará todos los problemas de la población o al menos los de algún operador, pero mejor hablar del consumidor porque así como los espejitos el discurso suena más bonito. En fin, predicarán a los ya convencidos porque la gran mayoría de los líderes no son todólogosy no entienden muy bien al sector – capaz que a más de uno tampoco es que le importe mucho.

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