El 13 de diciembre pasado, casi al otro lado del mundo, en Dubái se daba a conocer el “Índice Global del Conocimiento 2021” que se publica gracias a una colaboración entre el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Fundación para el Conocimiento Mohammed Bin Rashid Al Maktoum, (FCMBRAM). El objetivo de este estudio es “generar conciencia de la necesidad de crear un índice compuesto que reúna las condiciones metodológicas necesarias para contribuir a los esfuerzos internacionales de seguimiento y monitoreo del conocimiento, y tratar de medir en qué medida este conocimiento apoya el desarrollo humano integral y sostenible”.
El primer volumen de este estudio fue lanzado en 2017, pero para su edición de 2021 las entidades que auspician la investigación convocaron a 35 expertos de todo el mundo para constituir el Comité Asesor revisaran la metodología utilizada hasta el momento, compartieran sus impresiones y ofrecieran sugerencias de como podría mejorarse el Índice. Una revisión que seguramente se repetirá en años venideros para ir incorporando al informe nuevas métricas que se estarán haciendo disponible y que servirán para enriquecerlo.
Es necesario aclarar que mientras se trabajaba en la revisión de este informe, el objetivo de todos los involucrados no fue el crear un documento que sirviese para atacar o criticar a los 154 países que son parte de la edición de 2021. Todo lo contrario, la premisa de todos era colocar datos comparativos para poder de esta forma identificar aquellas áreas relacionadas al conocimiento que precisan de más énfasis por parte de los gobiernos de cada país. También ofrece la oportunidad de identificar cuáles son los países que sobresalen a nivel global, regional y subregional en cada uno de los siete diferentes renglones en los que se subdivide el estudio.
Los renglones son: a) el subíndice de educación preuniversitaria, compuesto por dos pilares: capital de conocimiento y habilitación del ambiente educativo; b) el subíndice de EFTP de educación y entrenamiento técnico y vocacional que incluye dos pilares: sus componentes y su relación al mercado laboral; c) el subíndice de educación superior, que consta de tres pilares: insumos, entorno de aprendizaje y productos; d) subíndice de investigación, desarrollo e innovación (I + D + i), que incluye tres pilares: insumos, productos e impacto; e) el subíndice de las tecnologías de información y comunicaciones (TIC), compuesto por tres pilares: infraestructura, acceso y uso; f) el subíndice de economía, compuesto por tres pilares: competitividad económica, apertura económica y el financiamiento del valor agregado interno; y g) el subíndice del entorno propicio, que consta de tres pilares: gobernanza, socioeconómico y salud y medio ambiente.
Como se puede observar, el estudio ha tomado un acercamiento ecléctico al concepto de conocimiento para ligarlo de forma directa al desarrollo económico y social de cada uno de los países reseñados. Simplemente, la educación es la espina dorsal de cualquier proyecto de modernización y desarrollo que los tomadores de decisiones de política pública puedan concebir.
Si nos acercamos a las cifras agregadas del Índice encontramos pocas sorpresas en los primeros diez lugares. Son los mismos países que parecen protagonizar los índices que produce el Foro Económico Mundial, la UNESCO, el Banco Mundial o UNICEF. De esta manera, en orden cronológico los diez países que lideran el Índice en 2021 son: Suiza, Suecia, Finlandia, Estados Unidos, Países Bajos, Singapur, Dinamarca, Reino Unido, Noruega e Islandia.
La pregunta forzada que nos hacemos es ¿dónde queda América Latina y el Caribe? Tal y como hemos visto en otros índices globales, bastante rezagados. Aunque la representación de la región fue de 25 países el primer latinoamericano en aparecer en el índice agregado fue Chile en la posición 47 seguido de Uruguay en la 56 y Costa Rica en la 58. El primer país caribeño en aparecer fue Barbados en la posición 62. Sin embargo, las posiciones poco reflejan las verdaderas enseñanzas de este informe. Aquellas a las que los gobiernos tendrían que poner más atención si el objetivo es estimular la creación y difusión de conocimiento.
Con muy pocas excepciones, los representantes latinoamericanos y caribeños reflejaron mejor posición en la enseñanza y disponibilidad de educación preuniversitaria. Solo Honduras, Nicaragua y Panamá no ubicaron este renglón entre los primeros dos de mejor puntación. Esto no implica que el trabajo que se ha hecho hasta la fecha sea excelente, sino que es uno se los renglones que históricamente ha tenido más atención por parte de las autoridades de gobierno de la región. Si mirásemos con más detalle los resultados del subíndice de educación preuniversitario encontramos que tan solo tres países, todos caribeños, se posicionan entre los primeros 50 lugares del mundo: Barbados (39), Trinidad & Tobago (44) y Santa Lucia (50).
La otra cara de la moneda nos muestra dos renglones en donde hay muchísimo trabajo por hacer en la región. El primero, donde se consideró más de 30 variables distintas, es el segmento de investigación, desarrollo e innovación. El estudio define este subíndice como considerando “el trabajo creativo y sistemático realizado para aumentar el acervo de conocimientos, incluido el conocimiento de la humanidad, la cultura y la sociedad, y diseñar nuevas aplicaciones de conocimiento disponible,” y define a su subcomponente, innovación, “una actividad creativa que conduce al desarrollo de nuevos productos o procesos que difieren significativamente del producto entregado previamente a los consumidores, o proceso previamente utilizado por la empresa o la industria.”
Entre las variables consideradas se pueden mencionar las patentes y otras variantes de la propiedad intelectual, surgimiento de empresas disruptivas e innovadoras, la producción científica de las universidades, cantidad de investigadores en las empresas, cantidad de institutos de investigación y estudiantes de posgrados de carreras científicas, entre otras.
El segundo renglón donde la región debe continuar su trabajo para mejorar es el de las TIC. Durante las reuniones de los asesores para este subíndice, el consenso al que llegamos fue dar más importancia no simplemente el desarrollo de redes o cantidad de computadoras en cada país. El subíndice tenía que ser más abarcador y contemplar aparte de infraestructura variables como asequibilidad al servicio, métricas de uso por género, uso por individuos, uso por gobierno, impacto en desarrollo y graduados universitarios en carreras relacionadas a las TIC, entre otras.
El gran desafío que enfrentamos quienes participamos en la revisión de la metodología utilizadas en el subíndice de las TIC era el deseo de incluir más variables, pero no poder hacerlo por la increíble falta de información sobre TIC que existe en la gran mayoría de los países del planeta. De poco serviría incluir métricas de las que solo se obtienen datos de menos del 5% de los países perfilados en el estudio. No obstante, los resultados para América Latina y el Caribe del Comité Asesor para el subíndice de las TIC sirven de alerta para los gobiernos de la región pues la llamada transformación digital tan añorada por todos está más lejos de lo que imaginábamos pues uno de sus principales pilares, el conocimiento, aún tiene fuertes obstáculos que solventar si lo que se busca es continuar impulsando llevar una mejor calidad de vida a todos los habitantes de la región.
Los resultados del Índice Global del Conocimiento 2021 son públicos, y ofrecen una mirada reveladora de la realidad de los distintos países reseñados en sus páginas. Para ilustrar el valor de este documento, presentaré brevemente parte de los resultados para los tres países de América Latina y los tres del Caribe que mejor posición obtuvieron de forma agregada en el estudio: Chile, Uruguay, Costa Rica, Barbados, Trinidad & Tobago y Guyana.
Chile es el país de la región mejor posicionado en el índice, pero apenas alcanza la ubicación número 47 a nivel global. Las fortalezas de esta economía sudamericana son: a) la tasa de asistencia a educación terciaria y la alta paridad de ubicación en este segmento; b) inversión de empresas en investigación y desarrollo como porcentaje de sus ingresos; c) promedio de publicación de resultados por investigadores; d) inversión en software como porcentaje del PIB; y e) facilidades de financiamiento para micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes).
Las áreas que se han identificado como segmentos para mejorar incluyen: a) los bajos ingresos de las ocupaciones de educación/formación técnica y profesional si se comparan al salario medio del mercado; b) bajo porcentaje de la fuerza laboral con las destrezas adecuadas que precisan las empresas; c) la proporción de trabajadores de producción calificados; d) desarrollo de aplicaciones de diseño industrial (por 100 mil millones de PIB); y e) la exposición a peligros naturales.
Una importante reflexión de que nos ofrece el estudio sobre el mercado chileno es que, aunque un gran porcentaje de la población asiste a universidades, las destrezas que adquieren muchos estudiantes no son las que demandan las empresas a nivel local.
Uruguay se ubicó en el segundo lugar de América Latina y el Caribe, pero en la posición 56 a nivel global. Entre las fortalezas mostradas por los orientales se encuentran: a) la alta proporción de niños con un entorno estimulante de aprendizaje en el hogar; b) la libertad académica; c) la tasa de asistencia a educación terciaria y la alta paridad de ubicación en este segmento; d) el alto porcentaje de empresas que producen nuevos bienes y servicios; y e) la estabilidad política y económica del país.
Los segmentos para mejorar de este país sudamericano incluyen: a) la remuneración del profesorado universitario; b) la tasa de participación en la fuerza laboral con educación avanzada; c) el bajo porcentaje de investigadores en empresas comerciales; d) la baja tasa de actividad de los empleados emprendedores; y e) el alcance de la transparencia empresarial.
Como se observa Uruguay está dando grandes pasos en la educación de su población, pero aún tiene que trabajar en mejorar las condiciones económicas de sus profesores y docentes. Además, urge fomentar la tasa de emprendimiento y la investigación en el país.
El país centroamericano se ubicó en el tercer lugar de América Latina y el Caribe, pero en la posición 58 a nivel global. Entre las cualidades a destacar del país del ‘gallo pinto’ y la ‘pura vida’, se puede mencionar: a) la alta tasa neta de matriculación en educación primaria; b) el porcentaje de ingresos que invierten las empresas en investigación y desarrollo; c) el porcentaje del comercio que representan los pagos por propiedad intelectual; d) el porcentaje del comercio que representan los bienes digitales; y e) proporción de mujeres a hombres en la asamblea legislativa.
Entre las áreas identificadas para mejora se incluye: a) los bajos ingresos de las ocupaciones de educación/formación técnica y profesional si se comparan al salario medio del mercado; b) la oferta de trabajadores de producción calificados; c) desarrollo de aplicaciones de diseño industrial; d) lanzamiento de empresas con nuevos productos o servicios; y e) la tasa de actividad de los empleados emprendedores.
La enseñanza que podemos obtener del informe sobre Costa Rica es, por un lado, mejorar la remuneración de los profesores y docentes. Por otro lado, hay que comenzar a ofrecer destrezas que vayan acorde con las demandas del mercado, promover el desarrollo de aplicaciones y el emprendimiento a nivel local.
Barbados es el primer país de las Antillas que aparece en este índice, ocupa el cuarto lugar de América Latina y el Caribe, ubicándose en la posición 62 a nivel global. Las áreas que se destacan de esta isla del Caribe Oriental son: a) la tasa de asistencia a educación terciaria y la alta paridad de ubicación en este segmento; b) solicitudes de patentes incluyendo un alto número relacionadas a la industria TIC; c) exportaciones de bienes culturales; y d) paz y estabilidad político-económica.
Las áreas que se identificaron para mejorar son: a) la proporción de estudiantes matriculados en programas vocacionales postsecundarios; b) la remuneración del profesorado; c) el crecimiento de empresas innovadoras; d) el tráfico de Internet de banda ancha móvil por suscripción; y la apertura financiera según lo estipulado por el Índice Chinn-Ito.
Lo observado en Barbados nos reitera que hay una brecha en relación con la cantidad de personas accediendo a servicios de educación y la remuneración a quienes imparten la enseñanza. Sin embargo, Barbados sobresale en la región por su favorable posicionamiento como generador de diversas patentes, incluyendo aquellas enfocadas para el sector de las TIC.
Trinidad & Tobago es el segundo país antillano que aparece en el índice, ocupa la décima posición entre los mercados de America Latina y el Caribe, ubicándose en el puesto 76 a nivel global. Los aspectos de este mercado que destaca el estudio son: a) la tasa de asistencia a educación terciaria y la alta paridad de ubicación en este segmento; b) cuota de ocupaciones de educación técnica y formación profesional; c) inversión en investigación y desarrollo financiada desde el exterior; d) capacidad productiva de transporte; y e) la industria y servicios de valor agregado como porcentaje del PIB.
Sin embargo, Trinidad & Tobago enfrente áreas en las que tiene que enfocarse para mejorar su posicionamiento a nivel global, incluyendo: a) disminuir la tasa de desempleo entre personas con educación avanzada; b) producción de documentos que son referenciados en el mundo académico; c) solicitudes de patentes; d) lanzamiento de empresas que ofrezcan nuevos productos o servicios; y e) el impacto adverso de la huella ecológica per cápita.
La principal tarea pendiente en Trinidad & Tobago, es la producción de propiedad intelectual ya sea por medio de patentes o de documentos académicos que sean referenciados a nivel mundial. Hay que producir una mayor cantidad de conocimiento y buscar la forma de exportar, de manera más eficiente, el que ya se produce localmente.
Guyana es el primer país caribeño, no antillano que aparece en el índice, ocupando la decimotercera posición en América Latina y el Caribe, ubicándose en el puesto 82 a nivel global. Entre los aspectos destacados por el estudio en Guyana se pueden mencionar: a) el porcentaje de empresas que ofrecen formación formal; b) el porcentaje de empresas que invierten en investigación y desarrollo; c) la comercialización de servicios entregables digitalmente como porcentaje del comercio total del país; d) la inversión extranjera directa; y el financiamiento de las MiPymes como porcentaje del PIB.
Entre los aspectos a mejorar del mercado guyanés se identificaron en el estudio: a) la cantidad de financiamiento gubernamental a la educación secundaria; b) una fuerza laboral que no cuenta con las destrezas que demandan las empresas locales; c) reglamentos de controles de calidad; d) comercialización de productos de alta tecnología como porcentaje del PIB; y e) la gran cantidad de jóvenes que se encuentran desempleados y no están estudiando.
Los resultados del estudio resaltan un hecho importante, la falta de inversión en educación por parte del gobierno en preparar a los estudiantes para su incursión en el mercado laboral ha llevado a las empresas a entrenar a sus empleados. Es necesario incrementar los esfuerzos para mejorar la educación secundaria y profesional que se ofrece a la población.
No quisiera concluir sin agregar que el gran valor de este esfuerzo del PNUD y la FCMBRAM es que los datos que muestra complementan aquellos que ya se están difundiendo por América Latina y el Caribe de autores tan diversos a nivel regional como la Comision Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Banco Interamericano de Desarrollo, el Foro Económico Mundial, el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y Transparencia Internacional, entre otros. Lo anterior sin demeritar los esfuerzos locales que, entidades como el Centro México Digital, el Ministerio TIC de Colombia, la Agencia Nacional de Telecomunicaciones de Brasil o la Subsecretaria de Telecomunicaciones de Chile, están haciendo para recopilar información cada vez más local.
Los datos de estos estudios no deben tomarse como un juicio, los datos no juzgan, son simples herramientas que permiten apuntar con más certeza hacia donde se deben llevar los esfuerzos de política pública e inversión si lo que desea es fomentar el progreso nacional y el bienestar de los ciudadanos. Poder conocer aquellas áreas donde existen atrasos nos sirve para enfocarnos, enderezar el camino y ser más eficientes en la inversión que se hace para fomentar el desarrollo económico y social.