El mundo de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, pero mejor conocido por sus siglas en inglés STEM, está dominado desde hace siglos por hombres. Esto no es lo mismo a decir que solamente los hombres han sido responsables por grandes avances en cada uno de estos campos de conocimiento, simplemente que han sido los hombres quienes han dominado la narrativa por la mayor parte de la historia de la humanidad.
La historia no sólo la escriben los ganadores, estos también se encargan de preñarla de prejuicios y costumbres de la época. De esta forma, tanto en la Odisea o en el Reino del Rey Salomón, las mujeres se presentan subordinadas o como portadoras de la tentación. La realidad no dista mucho de estos relatos pues el Código de Hammurabi al regular un evento como el divorcio reducía a la mujer a un rol totalmente dependiente pues debía ser apoyada por la sociedad para sobrevivir.
Ante todas estas dificultades, la historia nos ha mostrado la resiliencia de las mujeres al trascender los prejuicios y misoginia imperantes. Desde los poemas de Sor Juan Inés de la Cruz y la valentía de una Juana de Arco hasta la mano de hierro de increíbles gobernantes como Isabel I de Inglaterra o Catalina II de Rusia, mejor conocida como Catalina la Grande. Los logros de las mujeres paulatinamente se han ido revelando en una región con tradición machista como lo es América Latina y el Caribe. Así han llegado a la presidencia mujeres en Argentina, Aruba, Brasil, Chile, Costa Rica, Dominica, Guyana, Haití, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Sint Maarten y Trinidad & Tobago. Si contamos gobiernos interinos y territorios no independientes se tendrían que agregar a esta lista Anguilla, Bermuda, Bolivia, Ecuador, Islas Malvinas, Montserrat y Puerto Rico.
Sí, antes de la llegada de Kamala Harris a la vicepresidencia de los Estados Unidos, las niñas latinoamericanas podrían encontrar en la región ejemplos de liderazgo y en otras geografías mujeres que han grabado con cincel su nombre en la historia de sus países: Margaret Thatcher, Angela Merkel, Indira Gandhi, Benazir Bhutto y muchas otras que afortunadamente construyen un listado extenso, pero no lo suficiente larga al compararse con los gobiernos liderados por hombres.
Sin embargo, en el mundo de las STEM son muy pocos los nombres de mujeres que son globalmente conocidos. Quizás la más conocida sea Marie Curie como la única persona en ganar dos premios Nobel en ciencias, uno en física en 1903 y otro en química en 1911. Hay que hacer una lectura más pausada de todas las materias que componen las STEM para ir identificando figuras como Rosalind Franklin y Margarita Salas quienes contribuyeron profundamente al entendimiento del ADN durante el siglo XX o nos dejan saber que en el siglo XVIII Caroline Herschel realizaba grandes contribuciones a la astronomía moderna.
Sí, soy consciente de que estoy siendo injusto al mencionar unas pocas mujeres de una lista que contiene miles de nombres importantes. Lo sorprendente no es encontrar en la historia personas como Hipatia de Alejandría o Marie-Sophie Germain sino saber que sus nombres no son conocidos e incluso podría decirse que muchas de ellas han sido opacadas por logros menores de personas que por casualidad nacieron identificándose como parte del género masculino.
Nuestra presente realidad, aún con todos los avances alcanzados por las mujeres en los últimos cien años, nos muestra un mundo de ciencias y matemáticas con un discurso dominado por hombres. Lo curioso es que nunca se había visto una cantidad tan grande de expertas en las distintas ramas de estudio que componen las STEM, un número de mujeres que continuará creciendo en las próximas décadas. Si la cifra de mujeres investigando, publicando y ejerciendo cargos ejecutivos en el sector público, la academia, el sector privado y la sociedad civil crece cada año, cabe preguntar: ¿por qué las presentaciones parecen escribirse con una sola perspectiva?
No importa el rubro del que estemos hablando ya sea vinculado a plataformas de telecomunicaciones, química o aeronáutica. En algún momento, la investigación buscará cómo el descubrimiento o innovación puede beneficiar a la sociedad. Así como los síntomas de enfermedades o sus tratamientos son distintos dependiendo si el paciente es hombre o mujer, también debería pensarse que los acercamientos innovadores deberían considerar las diferencias en implementaciones que deben hacerse según el género. Entendiendo esta situación, no sorprende leer estudio tras estudio que la inclusión de mujeres en procesos decisionales, de transformación empresarial o simplemente que precisen de algún tipo de creatividad, generan un ingreso mayor al de aquellas entidades que las excluyen de estos roles.
Este incremento en el número de mujeres especialistas en STEM se ha visto reflejado en el aumento de nombramientos a puestos de liderazgo en entidades de regulación o política pública de tecnologías de información y comunicaciones en América Latina y el Caribe. Durante las pasadas dos décadas hemos visto como las mujeres han sido esenciales en la toma de decisiones para promover el desarrollo de las telecomunicaciones en Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Ecuador, Paraguay, República Dominicana, Surinam y Uruguay, entre otros países y territorios de la región.
Desafortunadamente el sector de telecomunicaciones de América Latina no ha podido emular los avances en el mundo de la política que han logrado alcanzar las mujeres en la región. Las expertas, numerosas, por cierto, reciben un injusto trato excluyente en foros y congresos del sector. Es por esta razón que prácticamente de forma simultánea surgen en México y Argentina dos entidades que buscan impulsar una mayor inclusión y equidad de género en los eventos sobre tecnologías de información y comunicaciones (TIC) que tomen lugar en América Latina. Conectadas (México) y Chicas TIC LATAM (Argentina) están enfocadas en comunicar la visión de las expertas y, sobre todo, dar a conocer la importancia de contar con la mujer en cualquier diálogo relacionado al desarrollo de la región por medio de la tecnología.
Los desafíos que enfrentan son numerosos, siendo quizás el más poderoso la tradición que impone un sector de la economía dominado desde sus orígenes por hombres. Que sea precisamente en el sector de telecomunicaciones donde estas organizaciones están abogando por un trato justo es simplemente irónico pues gran parte del éxito en la masificación de los sistemas inalámbricos modernos se debe a las patentes de la actriz e inventora Hedy Lamarr referentes a la técnica de modulación de espectro ensanchado por salto de frecuencia que, además de incrementar la seguridad de las transmisiones, ha sido esencial para los servicios inalámbricos como bluetooth o Wi-Fi, entre otros.
Ya era hora que las mujeres del mundo de las TIC alzaran su importante voz para educarnos a todos y en el proceso enriquecer la discusión. Es momento de apreciar en tiempo real a las expertas, a las transformadoras de nuestra sociedad, a las mujeres que tienen como trabajo mejorar la calidad de vida de toda la sociedad. Solo con su inclusión, nuestras hijas tendrán ejemplos de mujeres exitosas con quien poder identificarse en el futuro sin tener que aprender de ellas en películas como ‘Agora’ o ‘Talentos ocultos”.
Son estas y miles de otras razones por las que siempre repito el subtítulo del libro HemBRujaS de Claudia Palacios en el que por medio de entrevista nos muestra los logros de las mujeres en Colombia durante los últimos cien años en materia de derechos, ergo el subtítulo: ‘Muchas voces de una lucha en la que faltan hombres’. La periodista colombiana tiene muchísima razón y soy testigo de que en la lucha por la inclusión y equidad de género en el mundo de las TIC latinoamericanas hacen falta muchos hombres.
Soy argentino; se ha omitido mencionar a Eva PERÓN.