Hace ya casi quince años que viajaba a la Isla Paraíso de Bahamas para presentar frente a los representantes de más de veinte naciones del Caribe los resultados de un análisis sobre las futuras tendencias del mercado regional. En aquel momento, mientras el resto del planeta se peleaba con el estallido de la burbuja de telecomunicaciones, el ambiente era de fiesta. Estaba en una región donde hacía muy poco tiempo se había abierto el mercado jamaiquino a la competencia con resultados que sorprendieron hasta al más optimista.

Por un lado, era la búsqueda de nuevas oportunidades por más de una empresa. Todos deseaban convertirse en la nueva Jamaica del Caribe. La otra cara, la de la preocupación entre sonrisas, mostraba una postura muy mesurada: como desde la cultura del monopolio hacer frente a las fuerzas de los nuevos entrantes privados. En resumen, los interesados en entrar al Caribe se unían a los operadores monopólicos presentes para formar una curiosa audiencia protagonizada por un operador de origen irlandés que llevaba como fórmula básica de su éxito inicial conceptos que ahora para muchos son simple sentido común: gran cobertura, buena calidad de servicio, variedad de teléfonos y precios razonables.

Claro que el público objetivo del orador no era el representado por la mayoría de los oyentes. Su interés yacía en otro lado, en los representantes de gobierno de múltiple mercados antillanos y otros de tierra firme. Era un esfuerzo para tratar de convencerlos sobre las ventajas de la competencia para intentar modernizar las telecomunicaciones de una de las regiones con menor penetración móvil y altos costos de servicio de las Americas.

El escenario no podía ser otro que el Hotel Atlantis donde las paredes llegan a convertirse en acuario y el trabajo parece esconderse detrás de una pirámide playera. En este escenario comencé a hablar de la inevitable consolidación que se tendría que dar en esta región si los gobiernos continuaban tratando de atraer tres o cuatro operadores móviles a una región donde al menos 16 mercados cuentan con menos de 200.000 habitantes.

En ese momento comentaba que tratar de tener la misma cantidad de operadores móviles en Anguila, Barbados o Islas Caimán no era viable por lo limitado del mercado potencial de cada una de estas islas. Mis palabras resultaron en caras largas, desestimaciones a lo que decía y el acercamiento de la representante del operador estatal de Aruba quien me dijo que era interesante y muy valiente mi argumento pero que no consideraba el poder del roaming que tan importante es para las islas Caribeñas.

Aún recuerdo como ayer cuando le respondí que si tenía razón, el roaming en aquellos mercados donde cobraban de dos a seis dólares el minuto de voz podría ser importante, pero con la llegada de la competencia y desaparición de un solo operador con el cual conectarse el juego cambiaría. La competencia forzaría una reducción de tarifas.

El tiempo no solo me dio la razón sino que mutó completamente al mercado de roaming al imponerle competidores no tradicionales como los cruceros, operadores caribeños que por medio de decisiones unilaterales por un tiempo solo reportaban ingresos de roaming en un solo mercado y la imposición externa de tarifas por parte de los operadores que representaban a la gran mayoría de turistas que visitaban la región.

Lo que si llamó la atención de la representante de Aruba como también de algunas empresas que ya no existen fue mi predicción sobre las tres vertientes de consolidación que se verían de manera acelerada en el Caribe: la consolidación geográfica, la consolidación tecnológica y la consolidación de servicios. Al final de cuentas, estamos en un mundo en el que todos los mercados se mueven hacia el operador multiservicio que puede ofrecer todo lo que un cliente necesita. Dicho de forma acotada: convergencia.

En otras palabras, mientras en el evento se hablaba de la gran cantidad de operadores en 3,4 GHz que entrarían en Barbados, todos los operadores que tendrían que entrar en Jamaica o Trinidad & Tobago para ofrecer GSM o CDMA yo tenía un rol anacrónico al decir: controlen expectativas.

Lo curioso de ese evento es la poca relevancia dada a los contenidos y los servicios de banda ancha por medio de tecnologías alámbricas. Eran momentos muy distintos al presente donde Cuba contaba con dos operadores móviles y la gran mayoría del Caribe no hispano parlante o francófono con uno.

Eran tiempos de especulación donde individuos se hacían con concesiones de espectro para servicio móvil por muy poco dinero para luego querer venderlo por una fortuna. Donde las autoridades de regulación no tomaban acción en contra de proveedores DTH que no pagan impuestos localmente (curiosamente esta práctica aún continua) y la interacción con otras regiones era muy limitada.

Desde esa época a la actualidad ha pasado mucho tiempo. Encontrar personas que aboguen por la implementación de tecnologías de acceso no estandarizadas en este tipo de reuniones ya no es una posibilidad. Los reguladores han ido mejorando, avanzado en su proceso de aprendizaje y activamente intercambian información con sus pares regionales. Representantes del Caribe ahora se encuentran en casi cualquier foro internacional, el aislamiento de información está siendo superado.

Es por esta razón que la semana pasada, en mi más reciente presentación en un congreso del Caribe mi enfoque fue distinto. En esta ocasión me centré en las diferencias existentes en los mercados. Como el desarrollo de algunas naciones difiere al de otras por la simple relación política que mantiene como país independiente, parte integral o colonia de otro país.

Eso fue una simple introducción a una mayor necesidad regional: incremento en la cantidad de infraestructura de transporte de datos en la región y mayor actividad en los eventos sobre política pública para la identificación del uso de distintas bandas del espectro radioeléctrico. Las velocidades que prometen las futuras tecnologías y el incremento en conexiones que disparará el Internet de las Cosas forzarán a los mercados del Caribe a tener nuevas salidas de tráfico internacional para mantenerse al día en la innovación tecnológica.

Parece sencillo pero para gobiernos que atienden a menos de 100.000 o 50.000 habitantes los costos de desplegar esta infraestructura o costear una mayor participación en eventos internacionales puede no ser viable.

Nuevamente cooperación e integración surgen como respuesta a estas nuevas necesidades que deben de ser solventadas para dar una oportunidad al sano desarrollo de iniciativas que buscan impulsar la creación de contenidos y aplicaciones caribeñas. O de gobiernos interesados en incrementar el uso de tecnologías en el aula.

Mi ponencia para CANTO 2003 en Bahamas: The Caribbean Role on the Path Towards Consolidation.

Referencia

La imagen es de Pixabay.

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