Las discusiones en el mundo de las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) validan cualquier concepto filosófico esbozado por múltiples civilizaciones antiguas sobre la circularidad de la historia. Pueden cambiar los acrónimos, los protagonistas y hasta los mercados de referencia pero al final de cuentas las discusiones, en su esencia, son prácticamente idénticas.
Es por tal razón que en esta industria, como en la memoria de los países, es tan importante la historia. Saber que sucedió, cómo sucedió y sobre todo si funcionó. De lo contrario estaremos tropezando con la misma piedra una y otra vez. Hablar de la desaparición de Cotas Móvil debería ser requisito para cualquier adepto al mundo de los operadores móviles virtuales pues su venta de usuarios no sucedió sin antes presentar una fuerte batalla ante distintos actores. Como caso de estudio es fascinante, sobre todo si una de las partes estudiadas es el contrato de proporciones bíblicas que tuvo que firmar.
Visitar la historia de la itinerancia en América Latina y el Caribe sirve para explicar muchas de las posiciones que ahora adoptan los gobiernos como también la evolución en la postura de los operadores sobre este tema en poco más de una década. La evolución del tema, especialmente en mercados de la Cuenca del Caribe sirve para entender el porqué de los picos de inversión en multiplicidad de redes y una política pública de administración de espectro con acercamiento híbrido a las bandas que asignaba cumpliendo con las recomendaciones dadas tanto para región 1 como para región 2 de tecnologías inalámbricas que geográficamente determinó la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).
Otra característica intrínseca del mundo de las TIC es que tristemente todo lo referente a avances en el dialogo entre actores es lento y repleto de repeticiones. Así como se observó con generaciones móviles anteriores, ahora encontramos a quienes viven adorando al nuevo Dios 5G que promete mil y una posibilidades que serán aprovechadas por los gobiernos para acelerar la llegada de la innovación tecnológica a sus mercados por medio del Internet de las cosas.
El problema es que el ímpetu de la industria privada parece chocar con una mordaza pues los servidores públicos no parecen inclinados a percibir, o identificar un emprendimiento con este fin. El resultado son pruebas, prototipos y lanzamientos con más promesas postergadas de reales. Incluso algunos, de esos que juegan al impertinente juego de recordar, mencionan que algunas promesas suenan increíblemente parecidas a las de principios de siglo cuando el mundo estaba a la expectativa de un 3G que simplemente no cumplió con lo esperado.
Aunque el ruido que en ocasiones fomentan vendedores inescrupulosos que quieren convertir a la nueva generación tecnológica en un vellocino de oro con la capacidad de saciar hasta los gustos más excéntricos de las personas. Nuevamente la vieja guardia recuerda lo acontecido por WiMAX y su pariente sudcoreano WiBro en la región. Experiencias que en todo experto serio ha creado un recato en el que se limita la descripción de las tecnologías más cercana al mundo real e incluyendo en el mensaje que el trabajo no ha terminado pues la tecnología continuará evolucionando para ofrecer más servicios pero simultáneamente para encontrar nuevos desafíos.
La diferencia que existe en estos momentos supera increíblemente cualquier promesa que observada en los anos de los jardines cerrados de aplicaciones donde los operadores podían diferenciarse de la competencia dependiendo de los contenidos en su poder ya sea po desarrollo propio o por compra a terceros. El mundo de ingreso compartido donde el operador siempre participaba que temporalmente fue definido por iMode ha desaparecido.
Aquellos tiempos presentaban un modelo de negocio donde la infraestructura cambiaba según del operador contratado pero con el paso de los años muchas de las alternativas propuestas fueron pereciendo ubicando a casi todo el planeta en la misma ruta evolutiva definida por el 3GPPP por medio de LTE y posteriormente con 5G.
Ante la similitud de las redes, la diferenciación entre los jugadores del mercado que proveen servicios de acceso a telecomunicaciones se da por medio de alianzas con otras entidades y la disponibilidad de aplicaciones, mayormente audiovisuales.
Precisamente es en este tema que encontramos astrónomos y astrólogos con carnet de analistas y consultores. Cada uno presentando la verdad absoluta acerca de las de plataformas audiovisuales o videotecas conocidas comúnmente como OTT de video. Análisis grandilocuentes acerca de que conglomerado global con facturación en los miles de millones de dólares ha encontrado la fórmula de ser rentable. Quizás fuese más apropiado tomar un paso atrás y ofrecer contenido que sea de interés al usuario final sin que este precise afrontar grandes costos para acceder al mismo.
Lo interesante de quienes se piensan con bola de cristal para los OTT son los números producidos, estos no presentan simples de crecimiento de líneas u abonados, sino una línea ascendente donde va la proyección de ingresos generados por humanos. Crecimiento imparable independientemente de las condiciones macroeconómicas del mercado, la repartición de riquezas en el mismo y el poder adquisitivo de las masas.
Al final de cuentas cuando el operador decide masificar un servicio tiene que tarde o temprano contemplar la llegada del mismo a esos quintiles económicos DE que si proveyeron clientes a los operadores durante el boom del crecimiento celular gracias a la implementación de un esquema de facturación prepago acompañado de interesantes subsidios para facilitar la compra de teléfonos.
Durante esta contemplación se dan cuenta que Jorge Manrique podría haber tenido un poco de verdad pues se dan cuenta que aquellos tiempos pasados de mensajería de texto y telefonía básica eran el siglo de oro de los servicios móviles. Ahora el problema es otro, en un mundo donde todas las redes de los operadores dan servicios similares (utilizan equipos de los mismos proveedores) el problema es cómo evitar emular los versos del Arcipreste de Hita acerca del gran agitador que es Don Dinero.
Agitador porque ahora los operadores que tanto desean abrazar al dinero tienen como responsabilidad compartir entre una multiplicidad de gastos el monto de dinero que anteriormente se enfocaba a cubrir los gastos de un solo proveedor. Ahora, hay que pagar parte de ese celular que ya no se subsidiar, cubrir parcialmente los costos del nuevo teléfono y la tarifa mensual por plan de pago y telefonía.
Tal vez ese sea el fallo de gran parte de la discusión de telecomunicaciones y las TIC, se habla en abstracto de oportunidades y crecimiento. Es como si fuese un ente independiente del resto de la economía, pero se ignoran aspectos de desarrollo básicos que impactan directamente en los niveles de adopción de nuevas tecnologías. Por ejemplo, cuando se menciona la pobreza como obstáculo inmediatamente se menciona el impacto de las TIC en la economía creando un círculo vicioso que no le sirve a nadie.
La simple verdad es que para avanzar la adopción de las telecomunicaciones y los servicios que ofrece es imperativo reducir los niveles de pobreza, mejorar la educación, reducir el desempleo, mejorar la infraestructura básica y atender a demandas por servicios de salud, entre otras. Si no hay dinero no se puede pagar por un servicio, sobre todo cuando la prioridad para una persona es buscar que comer para sí y su familia
Una simple razón que forzará la desaparición de tantas plataformas audiovisuales pues como dice la canción “no hay cama pa’ tanta gente”.