La humanidad tiene esa curiosa tendencia de siempre afirmar que se encuentra a un paso de ese gran salto al futuro que resolverá más problemas imaginarios que reales. No importa ni la década o centuria, siempre encontramos ese optimismo que afirma que muy cerca de nosotros está el progreso. Que cada vez decida alejarse un poco más es una historia para otra ocasión. El progreso es una de esas creaciones intangibles que puede identificarse en momentos específicos de la historia o percibirse en un futuro indeterminado. Apenas el ahora goza de su ausencia.
Una de las cualidades del esquivo progreso es que siempre camina maquillado, pero es un maquillaje que se aleja de las tonalidades primarias para vestirse con palabras que tengan la característica de enunciar con una economía de vocablos: elegancia, modernidad y necesidad. Justamente fue sobre uno de estos vestidos, transformación digital, que recientemente se me solicitó dar una presentación en la escuela de negocios de la Universidad de Cambridge.
Considerando que el gran parte del público no está familiarizada con el mundo de las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) el objetivo de mi charla fue proveer las bases fundamentales para entender una discusión básica del mundo de la tecnología. Para obtener este resultado, recurrí a lo más sencillo del mundo, ofrecer la definición del concepto de investigación para de esta forma controlar las expectativas de los oyentes.
Obviamente, un término tan abstracto como transformación digital tiene numerosas definiciones. Yo me incliné por la que ofrece una empresa belga, i-scoop, que desde hace casi veinte años produce material impreso, realiza consultoría y elabora material educativo sobre las TIC. Según esta entidad la definición es:
La transformación digital es la transformación profunda de las actividades, procesos, competencias, modelos empresariales y organizativos para aprovechar al máximo los cambios y oportunidades de una combinación de tecnologías digitales y su impacto acelerado en la sociedad. Esto debe ocurrir de manera estratégica y priorizada, teniendo en cuenta los cambios presentes y futuros.
Sin embargo, aún esa definición es sofisticada cuando se habla a un público que no está tan familiarizado con las capacidades que tiene la tecnología en estos momentos o el impacto que la misma puede tener en la sociedad. Es por tal razón que resumí esa definición de forma práctica indicándole a los presente que la transformación digital se refiere al uso de la tecnología para incrementar la eficiencia de cualquier proceso, por ejemplo, el de los sectores productivos de la economía.
Aquí les recordé que gran mayoría del contenido obre transformación digital que vemos en prensa se refiere a aplicaciones o soluciones intangibles. Es por tal razón que es necesario tomar un paso atrás y entender cuáles son las plataformas tecnológicas que son esenciales para viabilizar dicha transformación.
A grandes rasgos existen cuatro plataformas tecnológicas que permiten la transmisión de señales digitales: redes inalámbricas móviles, satélites, redes alámbricas (fibra óptica, cable de cobre, cable coaxial) y redes de microondas. En otras palabras, ninguna de las soluciones digitales que se ofrecen para incrementar la eficiencia operativa puede funcionar sin la existencia de una plataforma que habilite el transporte de datos.
Las posibilidades que existen para construir redes con estas cuatro plataformas son muchas, sobre todo si se considera que las mismas no son excluyente y un mismo proveedor de servicios de telecomunicaciones puede utilizarlas todas en un mercado. Lo importante es centrarse en utilizar la plataforma más costo eficiente dependiendo de la localidad. Este costo se mide primordialmente utilizando dos variables, la primera se entra en el costo de despliegue de infraestructura. La segunda en los costos asociados a que un cliente objetivo pueda conectarse a la red desplegada.
Tiene que ser la combinación de estas dos variables la que permita tomar una decisión. Por tal razón, las soluciones que se relacionan a fibra óptica siempre coinciden con zonas urbanas mientras que las satelitales con zonas remotas de baja densidad poblacional o nicho. Mientras que es muy costoso expandir la fibra óptica a lugares sin mucha población también el costo de cada teléfono satelital es oneroso y se ubica muy por encima de alternativas móviles.
Parte de la explicación surge de las economías de escala, mientras que la cantidad de terminales móviles activos en el mundo que pueden trasmitir data a alta velocidad superan los ocho mil millones de unidades, el total de dispositivos satelitales que hacen lo mismo ronda en alrededor 10 millones.
Aunque las distancias entre estas dos plataformas aún son exorbitantes, estamos en un planeta con más de 7300 millones de habitantes en 2016 según el Bureau del Censo de los Estados Unidos. Por otra parte, cifras de la consultora estadounidense Telegeography muestran que el crecimiento en la adopción de servicios móviles apenas responde al crecimiento demográfico de los distintos países pues el mercado se encuentra sobre saturado de líneas, superando en la mayoría de los países del mundo el 100% de penetración o número de líneas entre población total.
Cifras de la consultora británica Ovum nos muestra que el negocio móvil genera la mayor parte de su movimiento en la adopción de nuevas tecnologías por partes de usuarios ya existentes en lugar de la venta de nuevas líneas. La consultora también nos muestra en su pronóstico que para el 2023 más del 90% de las líneas celulares contratadas serán capaces de conectarse a Internet a velocidades superiores a los 20 Mbps.
Aquí hice un alto para preguntar a la audiencia, ¿cuál era el problema, si alguno, de la transformación digital? Si piensan que fue una pregunta capciosa están en lo correcto, no existe un solo problema sino un cumulo de desafíos que desaceleran los esfuerzos de avanzar hacia una transformación digital de la sociedad.
Para ilustrar la idea, presente el “Ciclo de exageración para tecnologías emergentes” que anualmente prepara la consultora Gartner para mostrar algunas de las soluciones que son parte de la evolución digital que están siendo sobrevendidas o al menos sus atributos han sido exagerados por quienes las promueven. Entre las tecnologías que han sido exageradas o comienzan a ser exageradas la consultora nombró las siguientes: biochips, robots inteligentes, plataformas IoT, asistentes virtuales, redes neuronales, interface computadora-cerebro, blockchain y computación cuántica, entre otros.
Las razones de por qué el alcance de ciertas tecnologías se exagera son varias y van desde el desconocimiento del mercado potencial real de la nueva tecnología hasta el hecho de que la misma será desplegada en una jurisdicción con un marco regulatorio obsoleto. En ocasiones también se observa un falso sentido de urgencia creado en parte por vendedores inescrupulosos o por la falta de entendimiento por parte de quienes toman decisiones sobre el desempeño de la nueva tecnología.
Personalmente siempre me interesa recalcar tres razones por las que una tecnología parece no cumplir con todas las expectativas injustamente creadas para ella. La primera es la falta de infraestructura o entorno adecuada para que la nueva tecnología funcione a su verdadera capacidad. La segunda es que la necesidad de transformación no es inmediata y la imposición de nuevas tecnologías no la va a acelerar. La tercera y más importante es ignorar el factor humano. No me cansé de recalcar que no puede haber transformación digital positiva si las autoridades no consideran a sus constituyentes y los integran al proceso de digitalización.
Precisamente cuando repasamos la actualidad de la población mundial observamos que según UNICEF para 2015 el 31% de las escuelas del mundo no tenían acceso a agua potable. Un reporte de 2017 publicado en conjunto por UNICEF y la Organización Mundial de la Salud indica que para ese año en el planeta había 844 millones de personas sin acceso a agua potable. Ese mismo reporte indicaba que unas 2300 mil millones de personas (más del 25% de la población mundial) no tenían acceso a sistemas sanitarios.
¿Cómo predicar una transformación digital inclusiva cuando hay tantas personas sin acceso a servicios básicos? Si se considera que una de las promesas de la transformación digital es mejorar la calidad de vida de las personas, las cifras sobre pobreza que anualmente publica Banco Mundial indican que precisamente son los más pobres de África los que carecen de servicios básicos y tienen algunos de los niveles más bajos de adopción de nuevas tecnologías del planeta.
Para que sea más fácil de entender, usualmente cuando se habla de los mercados que liderarán el crecimiento económico del mundo en las próximas décadas se menciona el famoso acrónimo de BRICS para referirse a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. No obstante, el número total de personas bajo el nivel de la pobreza en estos mercados es de 1078 millones o el 35% de la población agregada del BRICS. ¿Cómo apuntar a una transformación digital que mejore la vida de todos los habitantes y no se un segmento especifico de la población?
Aquí se entra en discursos sobre la brecha digital, reduciéndola a ser una problemática entre conectados y desconectados. Una simple dicotomía en la que algunos tienen acceso y otros no. Esta visión es obsoleta pues indirectamente insinúa que con expandir cobertura y servicios de telecomunicaciones la brecha digital desaparece. Existen numerosas brechas digitales, siendo el acceso una de sus múltiples caras y la capacidad de acceder a cierto tipo de contenidos otra. La realidad es que cuando se habla de brecha digital no se habla de un tema de acceso sino de desarrollo económico.
Sin embargo, tener la discusión sobre adopción de Internet bajo este parámetro no es atractivo para muchos tomadores de decisión debido a su gran cercanía a temas de distribución de riquezas o de inversión en zonas de poco poder adquisitivo. No importa el siglo, siguen existiendo los condenados de la tierra.
Concluí mi presentación recordando, si es que no se habían dado cuenta, a la audiencia que los discursos que escuchamos sobre las bondades e impacto de la transición digital se enfoca en mercados desarrollados o en sectores empresariales específicos. Sin políticas públicas que fomenten la inclusión digital, inversión en servicios básicos para la población y un plan transversal para la digitalización de la economía que tome en consideración todos los estratos económicos de un país, la transformación digital se transforma en una política excluyente que exacerba la diferencia entre los que tienen y aquellos que aspiran a tener dentro de un país. A nivel internacional, simplemente sería la acción más reciente para ampliar la brecha entre los países desarrollados y el llamado Sur Global.