Frecuentemente converso con periodistas de América Latina sobre la realidad de las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) en la región. El dialogo casi siempre se centra en dos polos bastante bien definidos, el primero, el impacto de las políticas públicas que se están adoptando, discutiendo o reformando en el mercado de turno y su impacto en el crecimiento de las TIC.
Usualmente las preguntas son repetitivas, se escucha con distinto acento o idioma preguntar cómo nos mejorará la vida esta o aquella tecnología. Casi siempre al paso de una perfecta sinfonía que adormece a los más descuidados y alerta a los más desconfiados, porque en telecomunicaciones los momentos de paz son tiempos de sospecha. Parecen a estar tan acostumbrados al conflicto que cuando desaparece la normalidad se hace anormal.
El segundo polo de discusión ya intenta entrar en un análisis de la dinámica competitiva del mercado, usualmente con el objetivo de encontrar ganadores y perdedores. La competencia en servicios se malinterpreta y transforma en una batalla épica similar a las enfrentadas por el Rey Arturo en Albión.
Una batalla donde Morgana se disfraza de sombras para cambiar su faz dependiendo del contrincante pues hay que defender localmente lo criticado en el exterior. Y aunque se hagan distantes los reflejos de dos espejos encontrados, los detalles seguirán siendo los mismos aunque parezcan diminutos o gigantescos según de dónde se mire.
Hay que apelar a las emociones para que la lógica y el sentido común caigan derrotados. Enunciar con cortinas de realeza nombres magnánimos que supuestamente nos dan la razón, aunque nunca seamos protagonista de un análisis propio. Lo importante de cada batalla es pegar, denunciar e insultar. En medio del circo nadie revisará autoría, en medio del caos todos somos culpables y todos inocentes.
Dos polos de conversación, dos perspectivas y dos explicaciones que no sirven para dimensionar el comportamiento de un mercado donde prima las interrelaciones, vive de la interconexión de redes y ve en la tecnología uno de los insumos más importantes para sus exigencias legales. Esta mala costumbre de limitar constantemente los puntos de interés, de tomar parcialmente la realidad de un actor del mercado y de llevar al extremo las consecuencias de cualquier anuncio furtivo nos deja como resultado un caldero de opiniones sobre quien merece el cielo y quien el infierno.
Y así como el mundo IP paulatinamente fue modificando el acceso universal al otro lado del muro inacabado, los datos continuarán redefiniendo el mercado en su evolución a tuberías y contenidos. Donde lo que originaba ganancias pase a ser una decoración más del servicio.
Lo narrado anteriormente no es nuevo, lo he mencionado en un sinnúmero de ocasiones por medio de distintas plataformas. De todas formas, me parece que el mercado no me entiende y continúan las preguntas sobre los mismos topos literarios del análisis genérico: políticas públicas y enfrentamiento entre competidores.
Pocas veces surgen voces que quiebran la norma y se atreven a ir más allá, a preguntar aquello que no es obvio o recomendado. Son quienes se atreven también a presentar las más mordaces críticas, no para hacer daño sino para buscar respuestas.
Hace poco, luego de leer mi blog, un periodista me comenta medio en chiste y medio en serio que “llegará el día en que México sea el puntero en todo [lo relacionado a TIC] en América Latina, ya verás,” afirmaba luego de entender que en adopción de servicios móviles México distaba del podio latinoamericano. También me compartió un par de excusas explicativas, de esas que se ofrecen para justificar lo injustificable, sobre todo porque con simplemente ver el mundo alrededor se hace obvio el engaño.
MI respuesta fue sencilla, nadie lidera en todos los renglones al sector de las TIC en todo el hemisferio y menos en el entorno latinoamericano. México al igual que otros mercados está mejor o peor que sus vecinos dependiendo de la variable o elemento que sea considerado. Por ejemplo, la autarquía del regulador, la exigencia en conocimiento de sus comisionados y la antigüedad de los operadores móviles virtuales muestran elementos donde México se anticipa al resto de la región.
Luego quedan las preguntas, ¿Qué se gana con ser líder? ¿Para qué ser innovador?
Hace muchos años cuando la primera red 3G de Finlandia fue encendida el país escandinavo se convirtió en uno de los primeros lanzamientos a nivel global de la tecnología. Posicionamiento que fue complementado con la no existencia de teléfonos para su red durante largos meses. ¿Merece el liderazgo pagar una cifra tan alta?
Con LTE muchos de los primeros lanzamientos comerciales de esta tecnología cubrían unas pocas cuadras del país y carecían un modelo de negocios certero. ¿Habría sido justificado ser el primero teniendo en cuenta que el 99% del pueblo no puede comprarlo? ¿El modelo de la red compartida es único en el mundo, México es líder indiscutible con esta iniciativa, por qué no se considera como innovación? ¿Por qué los que antes exigían liderazgo a un gobierno acéfalo ahora critican aquellas cosas donde aparentemente el país se ha convertido en referente mundial?
Regresando al mundo de la regulación, pocos países latinoamericanos han sido más transparentes con su camino de adjudicación de espectro inalámbrico que México, ¿por qué se le sigue criticando? ¿Qué criterio usan los todólogos?
El problema no es que no existan ejemplos acerca de cómo las TIC mexicanas pueden ser punta de discusión en el extranjero. El problema es no saber identificar cuándo los esfuerzos locales dan frutos y se convierten en referencia.
Entender que no hay que llegar primero sino que hay que saber llegar.
Referencias
Las imágenes son de Pixabay.