Hace un par de semanas culminó en Barcelona el mayor congreso de telecomunicaciones móviles del mundo. Un evento que atrae cerca de 100.000 visitantes interesados en ver en pocos días los prototipos de las tecnologías que estarán desplegándose durante la próxima década. Y aunque para los locales el congreso de móviles puede significar más tráfico, menos taxis y alguna que otra protesta del sistema de transporte los números muestran que a cambio de estas molestias la economía de la Ciudad Condal recibe alrededor de 500 millones de euros.
Tal vez sea esta cifra económica la que haya llamado la atención de las autoridades políticas de Madrid a tachar la organización del evento en Barcelona como caótica para inmediatamente anunciar su intención de hospedarlo en un futuro cercano. Sería un nuevo intento de celebrar en la capital de España un evento que pisó suelo ibérico por primera vez en Catalunya, ya en un pasado cercano hubo un intento desde la capital del reino de emular a Barcelona como sede de las Olimpiadas de Verano, pero el Comité Olímpico Internacional se inclinó por Tokio, Japón, para los juegos de 2020.
¿Qué tiene que ver la tecnología con el fútbol? Pues seguro que integrándola al juego habría más justicia para algunos, o como dicen los detractores, menos imprevisibilidad al mecanizar sus jugadas. Pero el impacto de la tecnología en el mundo FIFA pasa por muchísimos lados fuera de la cancha. Uno de los numerosos caminos que toma es el juego que se da entre diversos proveedores de tecnología que desean aprovecharse del impacto mediático de este torneo para posicionarse como líder tecnológico.
Es por esta razón que en el 2002, mientras en las canchas un par de árbitros hacían historia eliminando bochornosamente a España e Italia, fuera de las canchas se daba una gran batalla entre los seguidores de dos tecnologías de 3G. Por una lado estaba el estándar apoyado por casi todo el mundo (inclusive Europa) llamado UMTS y que tenía como campeón a Japón. Por otro lado, Corea del Sur hacia galas de una tecnología surgida en los Estados Unidos llamada CDMA EV-DO.
La batalla tomó matices interesantes, era el momento de anunciar a todo el mundo que los goles podrían verse desde el celular. Fue en esta época donde comienza la gran explosión de aplicaciones sobre fútbol y las empresas engalanadas de “Fair Play” se demandaban unas a otras en cortes alrededor del mundo. Yo lo recuerdo como el mundial donde los países en desarrollo y de gran parte de Europa no importaban porque la tecnología aún estaba en pañales y nadie se beneficiaria de tantas maravillosas aplicaciones.
Adentro de las canchas era la tecnología la que servía para grabar y difundir de forma acelerada dos de los eventos más bochornosos de la historia moderna de los mundiales de fútbol: las ayudas arbitrales que recibió Corea del Sur en sus enfrentamientos contra Italia y España – casualmente los campeones de los mundiales de 2006 y 2010 respectivamente.
Partido Corea del Sur vs Italia, Mundial 2002
Nos trasladamos al futuro y nos encontramos con las promesas del famoso 4G. Nuevamente las empresas comienzan a ver la mejor forma de rentabilizar el mundial de 2014 a celebrarse en Brasil. La euforia carnavalesca del gobierno se traduce en realismo mágico al imponer un plan de desarrollo basado en la celebración de la Copa de Confederaciones en el 2013, del mundial en 2014 y Olimpiadas de Verano en 2016. El gobierno simplemente obliga a los operadores móviles a ofrecer servicio en las ciudades que serán sedes de partidos durante estos dos eventos pues es imperativo mostrar al país como líder tecnológico. Con esta lógica en mente es que se excluye de la primera fase de lanzamiento del famoso 4G a la mayor ciudad del país: Sao Paulo.
El mundial se celebró con un catastrófico 1-7 de Alemania, un Messi espectacular llevando sobre sus hombros a una Argentina sin piernas y a una España espesa empeñada en emular el harakiri de la Francia del 2002. Desde entonces hemos el paso de los meses nos ha mostrado la irracionalidad del muchos argentinos que culpan a Messi de ser el engendro de todos los males del universo, que el trauma de Brasil frente a Uruguay en el Maracaná supera la humillación germana y que los jugadores del Barça en la selección de España son íncubos que perjudican a la roja.
Partido Brasil – Alemania, Mundial 2014
Aunque parezca estúpido o hasta atrevido, en el congreso de móviles de Barcelona muchas de las explicaciones sobre los avances tecnológicos que veremos en los próximos años justificaban su llegada con las decisiones gubernamentales de distintos países como Australia (Juegos de la Mancomunidad), Corea del Sur (Olimpiadas de Invierno), Japón (Olimpiadas de Verano) y Rusia (Mundial FIFA) en impulsar planes de desarrollo tecnológico que demuestren el liderazgo de cada uno cuando tengan las cámaras del planeta apuntando a sus estadios.
Mientras esto ocurre el dinero que se encamina a planes de desarrollo deportivo para los segmentos más pobres de la sociedad siguen pasando penurias. Como parte de su maquinaria de relaciones públicas los políticos siguen tomando fotos sonrientes hablando de inversiones sin saber o mencionar cómo se recuperarán y muchos de los que podemos indignarnos de injusticias como, por ejemplo, los miles de inmigrantes muertos en Catar pondremos un freno a nuestra conciencia cuando comience a rodar nuevamente la pelota el 14 de junio de 2018. Entonces estaremos pendientes de ver a Rusia abrir su mundial frente a un equipo que en estos momentos no sabemos cuál es.
Referencias
La imagen principal es de Pixabay.
Una versión acotada de este artículo fue publicada originalmente en el DiarioAM.es el 4 de marzo de 2016.