Hoy 2 de octubre de 2016 triunfó del NO en el referendo sobre el Acuerdo de Paz del gobierno colombiano con las FARC. Resultado que puede sorprender a muchos. Se puede estar de acuerdo con esta decisión de la mayoría de los colombianos que fueron a votar o no. Lo que no se puede obviar es que este resultado fuerza una meditación profunda sobre como sanar las divisiones de este hermoso país, donde los deseos de las poblaciones fronterizas aparecen como antípodas a las grandes urbes del centro.

Para mí el resultado del referendo colombiano va más allá de paralelismos con el voto a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit) o de un nefasto presagio de la llegada de un racista a la presidencia de Estados Unidos. No pude evitar recordar aquél referéndum celebrado en Puerto Rico en 1991 donde se pedía el “derecho inalienable de determinar libre y democráticamente nuestro status político” o que cualquier decisión final sobre este tema respetase “nuestra cultura, idioma e identidad propia”.

La imposición por parte del Congreso de los Estados Unidos de una Junta de Control Fiscal para controlar hasta nuevo aviso a Puerto Rico, tiene entre sus consecuencias recordarle a muchos que poseer una limitada autonomía no significó dejar de ser colonia, propiedad o territorio no incorporado de los Estados Unidos. Hace 25 años cuando se le preguntó a los puertorriqueños si su país tenía el “derecho inalienable a determinar libre y democráticamente” de “escoger un status de plena dignidad política sin subordinación colonial, ni territorial, a los poderes plenarios del Congreso de los Estados Unidos” unas 660.264 personas (el 53% de los 1.246.663 que fueron a votar) decidieron votar por el NO.

En ese entonces sentí vergüenza e impotencia por los resultados. Así que no imagino lo que pueden estar sintiendo millones de colombianos que han sufrido en carne propia las desgracias de una guerra, de los que nunca han conocido la paz y de los que se encuentran con la esperanza en alcanzar la normalidad – estar en guerra no es lo normal. También trato de entender a los millones de colombianos que votaron por el NO buscando un acuerdo más justo o porque creen que se puede progresar hacia la paz sin dar tantas concesiones de las FARC.

Pensar que se logrará un acuerdo donde los líderes de las FARC acepten ir a la cárcel, acepten ser condenados por todos sus crímenes, no se les garantice ciertos parámetros de seguridad o algún rol en el gobierno es desde mi perspectiva un poco iluso. No se puede entrar a negociar la paz desde el rencor o la venganza.

Quiero pensar que el resultado del referéndum de hoy es solo un obstáculo a solventar en el camino hacia la paz. Quiero pensar que algo aceptable para la mayoría de los colombianos es posible y que las modificaciones al acuerdo sean aceptadas no solo por las FARC sino también por el ELN. Que sea un acuerdo que evite los errores del pasado, tanto los rechazados en el referéndum de octubre 2016 como en el fracasado proceso de paz con los paramilitares donde según representantes de Naciones Unidas el gobierno de la época se había olvidado de las víctimas.

Hoy el resultado de la votación en Colombia me hizo recordar lo que sentí ese 8 de diciembre de 1991 mientras caminaba desolado por Boston, mi ciudad gris. Tanto entonces como ahora me tocaba resignarme con el resultado y esperar que las autoridades gubernamentales respetaran la decisión de la mayoría que se hizo presente en las urnas para expresar su opinión. Alcanzar esta madurez democrática no es poco y puede ser la base para que eventualmente se logre un acuerdo que finiquite tantas décadas de calles y selva con sangre.

Por último, tanto el Brexit como los dos referéndums mencionados sirven para mostrar a muchos la estupidez que es quedarse en casa y no votar. En los tres eventos electorales, las encuestas otorgaban una victoria aplastante a todas las propuestas que salieron derrotadas. La confianza – ¿debería decir arrogancia? – del que se piensa vencedor termino por traicionarlo. Espero que el próximo 8 de noviembre no se repita esta dejadez por parte de quienes se oponen a la xenofobia. Una candidatura cimentada en el odio no puede llegar a triunfar en las elecciones para presidente de Estados Unidos.

Referencias

La imagen es de Blogoosfero.cc.

El video es de Hora 13 Noticias.

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