Cuando se funda una organización con el doble objetivo de incrementar la cantidad de conocimiento existente en la época para luego difundirlo, pocos se habrían imaginado el alcance e influencia que en poco más de 150 años alcanzaría el “Smithsonian Institute”. Fundado en 1846, en la actualidad el Instituto administrado y financiado por el gobierno de los EE. UU. cuenta con diecinueve museos, un zoológico, nueve centros de investigación y 168 museos afiliados alrededor del mundo.
Pero esa es la parte más conocida del Instituto, es en la difusión del conocimiento que se observa una gran evolución en el rol que toma la tecnología como plataforma de propagación de información. Mientras que hasta hace unas pocas décadas, la información que genera el Smithsonian se podía acceder por medio de libros, revistas o videos.
Lo que separa al Instituto de otras organizaciones es su esfuerzo por educar. En la actualidad, gran parte de sus colecciones pueden ser visitadas por medio del Internet con secciones específicas para docentes y niños de distintas edades. Las herramientas educativas que ofrece por materia, año de estudio del estudiante y parámetros de calidad de distintas jurisdicciones estatales de los EE. UU. convierte al Smithsonian Institute en una valiosa plataforma educativa.
Ese en este constante esfuerzo por la reinvención para mantenerse como alternativa vigente que el Smithsonian Institute llega a un acuerdo con la plataforma MOOC sin fines de lucro EDx. Uno de los primeros temas que decide explorar a través de esta plataforma de código abierto rompe el esquema tradicional de lo que se podría esperar de un curso académico de nivel universitario: impacto en la cultura de los superhéroes.
No, no me he equivocado. El título del curso ofrecido a través de EDx es: “The Rise of Superheroes and Their Impact On Pop Culture” que yo traduciría como “El surgimiento de los superhéroes y su impacto en la cultura Pop de los EE. UU.”. El curso es dictado por el Profesor Michael Usland de la Universidad de Indiana en Bloomington, quien tiene entre sus logros haber sido la primera persona en dictar un curso universitario sobre superhéroes, ser escritor en cómics como Batman y uno de los responsables de que el regreso al cine de las películas de este personaje se hiciera con una trama más obscura a la serie que hizo famoso los POW, WAM y PUM en la televisión.
Como contraparte del Profesor Uslan nos encontramos con Stan Lee, uno de los iconos vivientes del mundo de los cómics y co-creador de personajes tan famosos como el Hombre Araña, los Cuatro Fantásticos, Hulk y los X-Men, entre otros personajes.
En otras palabras, las perspectivas de dos personas ligadas a las dos empresas de cómics más influyentes de la historia –DC Comics y Marvel– son las que narran la evolución de esta nueva mitología estadounidense.
La primera lección es despegarse del mundo irreal, lo ficticio es un simple reflejo de la realidad cotidiana. La principal diferencia es que en las páginas del cómic, la justicia siempre supera la adversidad, aunque en ocasiones los costos quieran reflejar una victoria pírrica.
Lo importante es saber que los orígenes de esta mitología no son muy distintos a los que encontramos en la historia clásica. Por ejemplo, los paralelismo entre el origen del más famoso indocumentado de este mundo, Superman, y el personaje bíblico Moisés, son numerosos. Asimismo, las mitologías griega y nórdica han contribuido con el origen de personajes tan famosos como la Mujer Maravilla y Thor.
Sin embargo, cuando comienzan a publicarse los cómics en EE. UU. es en los años que preceden a la Segunda Guerra Mundial. En un momento histórico, descrito por el Profesor Uslan como “caótico, de desintegración económica, corrupción y un sangriento conflicto global”. Ante esta realidad comienzan a surgir varios de los superhéroes que ahora se consideran iconos del género: Superman (1938), Batman (1939), Namor (1939), Capitán América (1940) y la Mujer Maravilla (1940).
Increíblemente, las batallas iniciales de muchos de ellos eran contra Gangsters y el crimen organizado. Era regresar a los valores de la fundación de los EE. UU., no es casualidad que los uniformes de muchos de los héroes de esta época reflejen los colores de la bandera ese país. Pero este periodo de lucha contra el crimen a nivel local tuvo una corta vida, pues el ataque a Pearl Harbor significó un cambio increíble en la tonalidad de las historias: ahora activamente participaban en pelear contra los Nazis en Europa y los japoneses en el Pacifico.
La victoria de los aliados en el conflicto y el surgimiento de la Guerra Fría tuvieron consecuencias devastadoras en el mundo de los cómics. Con la llegada del Macarthismo y la publicación del libro “Seduction of the Innocent” por Fredic Wertham, los cómics comenzaron a ser vistos como emisarios de los simpatizantes al comunismo. La creación del “Comic Code Authority” en 1954 significó la llegada de la censura al mundo de los superhéroes.
Las próximas tres décadas caracterizadas por los avances de los movimientos sociales en los EE. UU. fueron reflejadas por un incremento en la diversidad de razas representadas por los superhéroes. Tendencia que en la actualidad ha cobrado más importancia, con las revelaciones por parte de Linterna Verde y otros superhéroes de su homosexualidad, un nuevo Hombre Araña de ascendencia puertorriqueña y un mayor protagonismo de las mujeres en las historias.
Mientras paulatinamente estos logros se iban alcanzando, simultáneamente en la década de los ’80 se comienza a ver un lado más obscuro en varios personajes. Ya los villanos no son los frívolos de décadas anteriores, en esta ocasión los daños que hacen son visibles y usualmente dejan cicatrices en personajes como Wolverine o Batman. Es el comienzo de la humanización de los superhéroes, con varias de ellos muriendo en acción o de enfermedades como el cáncer (ejemplo, Captain Marvel).
Ahora los superhéroes no son siempre admirados y pueden ser víctimas del racismo, la xenofobia, o cualquier odio irracional que tenemos en la actualidad. Ya no son solo los mutantes de Marvel los odiados, Superman en su nueva encarnación cinematográfica es centro de odios por simplemente ser un indocumentado. Se juzga el origen y no los actos de la persona.
No hay punto medio en el mundo de los superhéroes. Me inscribí en este curso para aprender más de un mundo en auge por medio de series televisivas, películas y alusiones constantes a estos universos de la imaginación.
Salí informado de que los cómics son un negocio pequeño en los EE. UU. –cerca de US$ 870 millones anuales– en comparación con Japón, donde anualmente facturan más de US$ 5.000 millones. Pero más importante, salí entendiendo que detrás de cada historia vemos superhéroes cada vez humanos y una forma quizás más aceptable de forzar debates o temas que, de lo contrario, no nos atreveríamos a discutir.
Terminé el curso con menos inocencia. Ni en el mundo de los superhéroes los buenos siempre ganan.