El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos… Sí, el tiempo pasa para todo, incluso para la tecnología. Es por esta razón que evoluciona para mantenerse relevante en un mundo donde el estancamiento implica, como dice el poeta no reflejar el amor como ayer, lo valido entonces hoy es simplemente es obsoleto. Lejos ha quedado el Siglo XX, aquellos tiempos donde un simple par de cobre era suficiente para garantizar la nostalgia de las sonrisas y los recuerdos de las lágrimas. Escuchar ese timbre misterioso que por décadas implicaba acercar por breves instantes lo lejano.
Así la vida pasaba, fantaseando con un futuro presente hace años por medio de redes inalámbricas nómadas que a algunos privilegiados les permitía comunicarse con quien deseasen. Nuevamente, pasaron décadas antes de que los equipos dejaran de guardarse en el auto o en un maletín para que con una tecnología denominada analógica regalasen movilidad a telefonía. Un regalo que tardaría más de una década en desaparecer.
Claro que su despedida no estuvo exenta de un legado con diversas interpretaciones. Las telecomunicaciones requieren una inversión constante, sobre todo si la plataforma utilizada es inalámbrica. Los operadores con redes cableadas aún pueden sacar provecho del par de cobre en muchas localidades gracias a una gran variedad de tecnologías que le han permitido ofrecer una diversidad de servicios entre los que sobresale la conexión a Internet de alta velocidad.
Contrastando con las redes cableadas de cobre, fibra o HFC se encuentran los satélites. Estas máquinas que en promedio cuestan entre 300 a 400 millones de dólares tienen un promedio de vida de 12 a 15 años, siempre y cuando algún evento inesperado como una avería o el impacto de algún objeto especial los deje inoperantes. La inversión del satélite y su corta vida fuerza a quien lo coloque en órbita a vender anticipadamente su capacidad pues para recuperar su inversión un satélite tendría que facturar mensualmente entre 1,7 a 2,8 millones de dólares mensuales dependiendo de cuantos años esté en órbita. Lanzar un satélite con gran parte de su capacidad ociosa – como sucedió en Argentina y Venezuela en los pasados años – es simplemente un mal negocio.
Las redes inalámbricas para servicio móvil se diferencian de las tecnologías antes mencionadas, también de las redes inalámbricas fijas, en que su área de cobertura es mayor y los clientes que utilizan cada radio base de su red puede variar enormemente en menos de 24 horas. Una característica interesante de las tecnologías móviles es que aproximadamente cada diez años comienza el reemplazo de la tecnología más antigua por una más moderna. En otras palabras, cada década las finanzas de los operadores móviles tienen que acomodar la inversión en el despliegue de una nueva red nacional, el mantenimiento de las redes anteriores y el recambio de dispositivos que permitirá la comercialización de la nueva tecnología. Si no hay suficientes teléfonos que la puedan utilizar, lanzar una nueva red es inviable.
Así como los satélites tienen que asegurarse vender la mayor parte de la capacidad disponible antes de ser lanzados, los operadores móviles tiene que saber cómo y cuándo desplegar una nueva tecnología considerando que apenas tienen alrededor de unos diez años para recuperar la inversión en una generación tecnológica. Una inversión que incluye pagos de licencias de espectro y otras anualidades impositivas que se le deben entregar al gobierno.
Asimismo, los costos de despliegue y operación de una red inalámbrica dependerán de la frecuencia utilizada para ofrecer el servicio. Por cuestiones de física, los bloques de segmentos más altos del espectro radioeléctrico requieren una densidad más alta de estaciones base por lo que la red que se despliega en 2.5 GHz puede costar varias veces más que aquella que se despliega en 850 MHz.
Pero esto no es todo, como se dijo inicialmente las tecnologías evolucionan o quedan obsoletas. Durante los alrededor de diez años de vida de una tecnología móvil la misma tendrá que someterse a actualizaciones que le permitan incrementar su rendimiento y de esta forma mejorar la experiencia del usuario que la utiliza.
Si llevamos lo dicho anteriormente sobre redes móviles, los recientes anuncios de 4.5G (LTE Pro) por parte de varios operadores del mercado se dan el mismo año en que se espera comiencen a operar las varias redes de 5G en el mundo. Queda esperar no cuando llegue 5G a América Latina sino cuáles serán los mercados con la masa crítica necesaria de teléfonos que utilicen esta tecnología para justificar su despliegue.
Referencias
Las imagenes de Pixabay.