Dos décadas atrás, antes del lanzamiento de la primera red de UMTS del mundo, los departamentos de comunicación de las empresas batallaban entre sí para identificar cual sería la aplicación que representaría el mayor porcentaje de los ingresos en las nuevas redes capaces de transmitir datas a una velocidad de hasta 2 Mbps. En esos años todas las apuestas apuntaban a una nueva generación de mensajes de texto interactivos que nunca llegaron a cumplir con las expectativas.

Otros que optimistamente apostaron a video-llamadas se enfrentaron a la dura realidad de una baja penetración de celulares con cámara y velocidades de red que no soportaban con suficiente calidad este servicio. Eran tiempos en que British Telecom contaba con una división móvil propia y presentaba en distintos foros un plan de negocio donde la telefonía se daría de forma gratuita, como servicio de valor agregado, y el operador viviría de la utilización de aplicaciones por parte de sus usuarios.

OTT

Las nuevas redes llegaron para regalarnos inventiva por todos los rincones del mundo. En Asia se veía la creación de grupos para identificar que personas tenían un teléfono de video para así poder llamarse entre sí y de esta forma poder utilizar el servicio. También surgieron kioscos con el objetivo de imprimir las fotos tomadas desde la cámara del celular. Un pasado tan cerca, pero tan lejos cuando miramos a nuestro alrededor.

Pero el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos y las antiguas promesas de grandes riquezas en poco tiempo no llegaron a materializarse. Mejoras en las velocidades de conexión a Internet de las llamadas redes 3G junto a un parque de teléfonos capaces de conectarse a la nueva tecnología fueron revirtiendo el rezago inicial tan característico de toda nueva tecnología.

Platforms

Numerosos modelos de negocio después y el tiempo, ese gran revelador de verdades, dio la razón a quienes de inclinaban por el video como el servicio que inundaría las redes de telecomunicaciones. La única diferencia de la demorada realidad con aquella de los visionarios noventeros es que no fue un iMode en esteroides, ni video llamadas, ni la explosión en el uso de los MMS los que cambiaron el paisaje modificando los hábitos de los usuarios.

La mejor descripción para definir los servicios de video que dominan las redes es fragmentación. Tenemos aquellos lanzados por aplicaciones inicialmente creadas como chats que han evolucionado para incluir videos, otras que son plataformas corporativas para video conferencias y otros simples videos de seguridad transmitidos a las sedes de empresas de seguridad.

Sin embargo, el video que más llama la atención de todos los actores del sector de las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) es el que provee serie, documentales, películas y todo tipo de entretenimiento en por medio de una videoteca virtual que puede ser accedida bajo demanda. Sí, el mundo dominado por Netflix, Hulu y Amazon Prime – actores no tradicionales en el mundo de las telecomunicaciones.

Video

Un aspecto interesante de estos tres portales es su evolución hacia una segunda etapa enfocada en la producción de contenidos. Una ruta que resulta en la obtención de contenidos exclusivos propios, que viabilizan una diversificación de ingresos, y ofrece más libertad al momento de negociar acuerdos de contenidos con los productores históricos.

Como todo negocio atractivo que muestra cifras positivas de crecimiento, los imitadores no han tardado en aparecer, cada uno con un modelo de negocio y enfoque distinto. Aquellos que nacen como deseo de algún operador de telecomunicaciones de no depender de terceros para la oferta de videos a sus clientes (e incrementar sus unidades generadoras de ingreso en el camino) tratan de utilizar sus diversas plataformas tecnológicas para atraer clientes.

Otros operadores, con menos recursos, deciden aliarse con las plataformas globales agregando en su territorio contenido local para complementar la oferta. Los modelos son tan diversos y creativos como lo fueron en su momento la oleada de operadores móviles virtuales hace una década en los Estados Unidos.

TV

No es la primera vez que lo digo en este espacio, el día tiene solo 24 horas y el ritmo con el que algunas plataformas están incrementando su oferta de videos hace casi imposible que un usuario pueda utilizar cómodamente dos o tres servicios distintos. Como dice una canción antillana, simplemente “no hay cama para tanta gente”. La pregunta es ¿cuál será el primer OTT de video en desaparecer?

Ante esta eventual implosión de este ecosistema, la única interrogante que nos puede quedar es cuál podrá ser su estrategia de supervivencia. Queda claro que un par de ellos apuesta a una fuerte presencia global apoyada en contenidos para incrementar las barreras de cambio que pueda enfrentar un cliente al momento de pensar en desconexión.

Otros aún tienen que pensar como replicar, sustituir o complementar el modelo que los ha llevado al éxito en su mercado de origen pero por alguna u otra razón no es totalmente replicable en otros mercados. Y fuera de la producción de contenidos, siempre queda la pregunta de cómo estos actores no tradicionales en el entorno de las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) podrían migrar su presencia para comenzar a controlar varios segmentos de esta industria.

M&M

Los pasos iniciales los hemos visto con la fuerte presencia de algunas videotecas en el negocio de la analítica y el almacenamiento de contenidos. Como las telecomunicaciones no son sólo acceso, del almacenamiento al transporte hay un paso muy corto que puede hacer que más de una red existente y de poco valor por falta de clientes se convierta en un nuevo valioso apéndice para ese actor que nadie espera en el mercado.

El mundo de los OTT de video está mutando rápidamente y su futuro depende tanto del contenido exclusivo como de la diversificación de su acercamiento al mercado. Quienes no logren acomodarse a esta nueva realidad, simplemente desaparecerán.

Referencia

Todas las imágenes son de Pixabay.

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