Quien me conoce sabe que siempre me han llamado la atención los números, ver como la data estadística contrasta con las descripciones que recibimos sobre distintos temas. Conocer, por ejemplo, el porcentaje que cada sector productivo del país contribuye a producto interno bruto y como esas cifras son utilizadas por los servidores públicos en sus proyectos para mejorar la economía del país.

Asimismo debe considerarse una señal de alerta cuando un gobierno quiere intervenir los entes estadísticos o plantea metodologías que no van a la par con las mejores prácticas internacionales. Ambos hechos lo que hacen es maquillar la realidad, haciendo posible una de las peores trampas que en las que puede caer un país: no poder identificar que sectores o localidades se encuentran rezagados, por lo tanto, impidiendo que se tomen medidas correctivas ante esta situación.

El caso del mayor y más poblado territorio no incorporado de Estados Unidos, Puerto Rico, sirve para ilustrar lo mencionado anteriormente. Desde ataques por parte de un  ex-gobernador de este mercado al Instituto de Estadísticas de Puerto Rico como la dificultad en obtener información económica actualizada sobre la menor de las Antillas Mayores. Por ejemplo, los datos más recientes que publica el Banco Gubernamental de Fomento (BGF) local datan de marzo de 2016.

De todas formas, los números revelados muestran que los sectores de manufactura (47,6%) y finanzas (19,7%) son los que más aportan al PIB de Puerto Rico, mientras que agricultura apenas representa el 0,8% y el turismo – según otra fuente pues el BGF no la desagrega  – contribuye al 7% de la economía.

Cuando se observan estos números y se contrastan con los publicados en 2015 en el Estudio Global de Competitividad del Foro Económico Global (último año que reseñó a Puerto Rico) notamos que las áreas en las que peor se ubica comparativamente Puerto Rico a nivel son: educación en todos sus niveles, los costos de la agricultura y la adopción de nuevas tecnologías por el gobierno. Aunque para ser justo, todas las áreas relacionadas con acciones del gobierno la isla se ubicaba en los últimos lugares a nivel global.

Contrastando con esta realidad, Puerto Rico se ubica entre las primeras posiciones a nivel mundial en la adopción de nuevas tecnologías. O sea, llegan para ser utilizadas por el sector privado mientras que el gobierno prefiere hacerse de la vista larga y centrar sus esfuerzos de remontar la economía a promover la agricultura y el turismo en lugar de intentar, por medio de la tecnología, de mejorar el posicionamiento de aquellos rubros que generan más ingresos sin desmerecer o ignorar aquellos que generen más empleo.

Como se puede observar, con pocos números se puede colocar en contexto la situación actual de Puerto Rico pues la información estadística disponible corrobora a la historia insular, la cual nos indica que el gobierno de Puerto Rico ha sido reacio a la adopción de nuevas tecnologías que permitan aumentar productividad e incrementar la transparencia. Si fuera mal pensado creería que precisamente es el aumento en trasparencia el mayor obstáculo para la utilización de nuevas tecnologías por el sector público.

Los números también sirven para disipar dudas y reinterpretar realidades cuando estos contrastan con diagnóstico común, pero erróneo, de un problema. Tal vez es por esta razón que siempre que se habla de telecomunicaciones me interesa conocer los números que definen el desempeño de una nueva tecnología y también aquellos que imprimen requisitos mínimos para el buen funcionamiento de la misma.

No es lo mismo (ni en costo o desempeño) desplegar la misma tecnología inalámbrica, del mismo fabricante, con idéntica cantidad de radiobases y en la misma frecuencia utilizando un bloque de 3 MHz que utilizando uno de 40 MHz. Pensar que todas las redes de una misma tecnología son iguales es un grave error, sobre todo si los despliegues son en localidades distintas.

Aquí es necesario hacer una aclaración que aunque parece lógica la evidencia empírica nos muestra que no es así: cobertura de servicios de telecomunicaciones no es lo mismo que adopción de servicios de telecomunicaciones. Entiéndase que aquellos planes de conectividad supuestamente dirigidos a reducir las brechas digitales que se limiten a combatir la falta de cobertura y no cuenten con medidas para fomentar la adopción de tecnologías contribuirán en cambiar la realidad de conectividad que intenta modificar.

Es por esta razón que obtener números sobre el despliegue y adopción de las distintas tecnologías es una excelente herramienta que nos permite identificar aquellos puntos débiles de la implementación de una estrategia de inclusión tecnológica centrada en cobertura. Cuando estas metas se han cumplido y necesario comenzar una segunda fase en el objetivo de impactar positivamente a la población con la expansión en cobertura de los servicios de telecomunicaciones.

Precisamente en este punto es imperativo conocer los números que se van formando para cada localidad en lo que comúnmente se conoce como la estructura de costos de la red desplegada. Estos datos se contrastan con la data que se obtiene de la investigación, que se supone se haga, sobre el mercado potencial de clientes en el área y como estos pueden generar suficientes ingresos que sirva para costear la red; todo por medio de un esquema de tarifas sensato. Sensato siendo definido como dentro de las posibilidades de pago de los clientes potenciales, lo que se determina al revisar los números referentes al poder adquisitivo, gastos e ingresos de los mismos.

O dicho de otra manera, cuando se hacen despliegues en zonas con baja densidad poblacional, con poco poder adquisitivo y con prioridades que relegan a las comunicaciones a un segundo o tercer plano es muy difícil vender servicios celulares o de banda ancha. América Latina cuenta con millones de personas que carecen de servicios sanitarios, escuelas, hospitales, agua potable y/o que viven en pobreza extrema.

Es necesario trasladar esas frías cifras de las páginas de un libro o de su componente binario en los monitores de un dispositivo para otorgarle caras, nombres y una historia. Hay políticos en las grandes ciudades que se olvidan que no todos sus compatriotas viven con calefacción y aire acondicionado. También es preciso recordar que la mejor forma de dar valor a las nuevas tecnologías es observando las ventajas que ofrecen a quienes las utilizan. ¿Qué mejor ejemplo que conectar hospitales, escuelas y todas las entidades públicas de la región? Ojala se diese, pensando que capacitar en el uso de las nuevas tecnologías es parte intrínseca del ejercicio de digitalización. Si no van de la mano, como si se esperara a Godot, el avance es estático.

Sin embargo, lo que encuentro sumamente fascinante del mundo de las telecomunicaciones es la gran cantidad de aseveraciones de especialistas que nunca utilizan un digito para justificar sus palabras. Por ejemplo, en los pasados meses he leído hasta la saciedad sobre como China dominará la tecnología 5G porque en ese país se han desplegado más estaciones bases del estándar llamado Release 15 del 3GPP que en ningún otro mercado del mundo. Prueba contundente del dominio del gigante asiático y como la tradicional hegemonía tecnológica de los Estados Unidos y Europa pasaba a un segundo plano.

Lo interesante del caso es que cualquiera que se haya tomado el tiempo de revisar los números de estaciones base en China para 4G y encontramos que la cifra es superior a 3 millones de un total global de alrededor de 7 millones. Resumiendo: China posee más del 40% de todas las estaciones base de LTE desplegadas en el mundo, más que cualquier otro país. No obstante esta mayor cantidad de infraestructura en esa generación móvil nunca se tradujo en el furor mediático que otorga supremacía tecnológica sobre cualquier otro país.

Aclaro que la comparación se hace solo con 4G debido al alto nivel de fragmentación que experimentó China durante el crecimiento de la 3G, aparte de EVDO y UMTS el mercado también experimentó con el sabor local de la tecnología llamado TD-SCDMA que llegó a superar en 2014 los 200 millones de usuarios representando en ese entonces el 50% de todos los usuarios 3G de China. Además soy consciente de la gran influencia para imponer en el futuro alguna tecnología propietaria como estándar de facto debido a las grandes economías de escala que brinda su mercado local. Lo cierto es que aún no ha pasado y cuando suceda seguramente será en el mundo intangible pues es el software quien cada vez incrementa su importancia en detrimento de las tradicionales tuberías de telecomunicaciones.

Como pueden ver, las aseveraciones sin ningún tipo de información estadística que sustenten los alegatos que se hacen en contra o a favor de una idea desafortunadamente son algo extremadamente común en los medios. Hay veces que la realidad que transmite el especialista dista mucho de lo que afirman los reportes financieros, las consultoras internacionales o los datos oficiales de distintas entidades gubernamentales.

Ante esta situación yo continuo visitando números porque al final de cuentas, si me quieren vender espejitos que al menos se tomen el trabajo de decirme cuál es su precio real.

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