Podría decirse que es conocimiento general que las TIC son fundamentales para promover el desarrollo económico y social. Existen numerosos artículos de investigación académica que analizan el impacto de la tecnología en el crecimiento económico de un país. Sin embargo, al adentrarnos a contemplar cuáles son las herramientas disponibles para tomar decisiones de inversión o que apunten a estrechar las brechas digitales existentes nos encontramos con una realidad inexplicable. Simplemente los datos que se han ido recopilando no son muy útiles.

Uno de los problemas que se observa alrededor del mundo, es la falsa expectativa de que las tecnologías que ofrecen un servicio similar son realmente idénticas. Es como si se pensara que la tecnología es estática y lo importante, no contabilizar el servicio sin considerar los parámetros que imponen las distintas plataformas tecnológicas que se utilicen. No todas las conexiones móviles son idénticas y no todas las conexiones a Internet son iguales.

Usualmente los gobiernos al momento de compilar datos sobre la infraestructura de telecomunicaciones para el transporte de datos en su jurisdicción lo hacen con un alcance limitado: poca consideración para las tecnologías que no brindan servicios de telecomunicaciones minoristas. La provisión de servicios móviles e Internet depende de la infraestructura de transporte existente en cada país. Existe una gran diferencia en el rendimiento de las TIC si el backhaul es proporcionado por fibra óptica, satélite o microondas. Esta diferencia en el desempeño puede limitar el tipo de servicios, pruebas y ensayos que una universidad rural puede ofrecer / implementar. Del mismo modo, el tipo de conexión decidiría la capacidad de las poblaciones rurales para participar activamente en los servicios de gobierno y comercio electrónico.

Como se dijo anteriormente, no todas las tecnologías móviles brindan el mismo tipo de servicios o permiten a los usuarios acceder al mismo contenido. Cuando los gobiernos mencionan el total de población bajo cobertura de una red móvil, pero no segmentando el tipo de tecnología de esta (es decir, GSM, UMTS / WCDMA, LTE, etc.), se confunde a la población. Sin una diferenciación tecnológica que permita discernir los servicios a los que potencialmente puede acceder la población nos encontramos con la posibilidad de una métrica inservible. Si sólo se mide cobertura indistintamente de la tecnología nos enfrentamos a una realidad en la que esta métrica genérica podría posicionar a dos países tan diferentes como Haití y Corea del Sur con resultados muy similares de avance en el porcentaje de la población que puede acceder a un servicio móvil.  

En ambos mercados, más del 90% de la población tiene cobertura móvil. La diferencia es que mientras que, en Haití, la mayor parte de la cobertura móvil es GSM o UMTS / WCDMA, Corea del Sur ofrece una amplia cobertura de LTE y está aumentando rápidamente su huella 5G. En términos prácticos, cualquier iniciativa de eSalud o teleducación respaldada por una red GSM se limitará al uso de mensajes de texto. Por el contrario, aquellos apoyados por WCDMA / UMTS o LTE podrán acceder a aplicaciones más avanzadas que aumentan la cantidad de servicios de telemedicina o teleducación disponibles para la población en general.

La misma situación que se explicó para los servicios móviles se aplica a los servicios de Internet. Como se mencionó anteriormente, no todas las conexiones son iguales ni brindan las mismas ventajas a sus usuarios. Un primer paso para mejorar el Índice de TIC podría ser comenzar a considerar las líneas de banda ancha y las líneas de Internet. Para que esto ocurra, se tendría que definir a qué se considera como una conexión de banda ancha en términos de velocidades de descarga / carga. Por ejemplo, no es lo mismo tener más del 80% o 90% de sus hogares conectados por fibra óptica, como es el caso de Uruguay y Barbados, respectivamente, que menos del 30% como es el caso de Reino Unido o Nigeria. No obstante, son muy pocos los países como Colombia o los Estados Unidos que han decidido incorporar en su marco legal una definición de lo que se considera como banda ancha en su territorio nacional.

Un elemento sumamente importante al momento de cuantificar las diferentes brechas digitales existentes en un país, independientemente de la cobertura tecnológica que puede existir en una localidad, es el tipo de dispositivo que utiliza el usuario para acceder a las TIC.

El dispositivo realmente es el enlace que conecta una infraestructura de telecomunicaciones con un usuario. Puede ser un teléfono celular, una computadora, una tableta o cualquier otro objeto capaz de transmitir datos. Por lo tanto, esta categoría debe considerarse al momento de recopilar datos de uso de TIC por la población. La importancia de los dispositivos se hace obvia cuando se considera que la simple cobertura de telecomunicaciones no se traduce en adopción de servicios, lo que conduce a la difusión de las externalidades positivas intrínsecas de las TIC. Por ejemplo, la mayor parte de la población del planeta está cubierta por servicios satelitales (mayor cobertura que las redes móviles / celulares). Sin embargo, los altos costos de acceso de los servicios basados ​​en satélites hacen imposible su adopción en el mercado masivo. Debe tenerse en cuenta la disponibilidad de dispositivos asequibles para redes fijas y móviles, así como la tecnología compatible con estos dispositivos y el tipo de aplicaciones que son soportadas por estos.

La digitalización de la red y la sustitución de fijo a móvil, y la aparición de reproductores OTT no tradicionales que ofrecen servicios de voz hacen que la inclusión de la «telefonía fija» sea una métrica central cuestionable pues se encuentra en vías de desaparición como acceso conmutado. Además, el aumento en el número de países que exigen la separación de los servicios de Internet de los servicios de telefonía impulsa a los consumidores a mantener su conexión de banda ancha / Internet mientras desconectan su línea de telefonía fija. Desconectar la línea de telefonía no significa que los usuarios ya no realicen llamadas de voz, solo utilizan  aplicaciones de terceros como Skype.

Es claro que dependiendo del país latinoamericano del que se hable, según el marco legal existente junto al modelo de negocios de los proveedores de telecomunicaciones este servicio puede mostrar mayor o menor resiliencia y la pérdida de líneas que se observa en pocos años en un mercado puede tardar décadas en otro.

Un análisis reciente del comportamiento de los usuarios muestra que los usuarios móviles de los países en desarrollo son muy elásticos y sensibles a los precios. Por ello, intentarán maximizar la disponibilidad de servicios de conectividad gratuitos como Wi-Fi para realizar llamadas a través de plataformas OTT como Vibe, Telegram, Messenger o WhatsApp, entre otras.

 Por tal razón considero que,  la cancelación de los servicios de telefonía conmutada en un ecosistema de telecomunicaciones, que avanza rápidamente para convertirse en IP en las próximas décadas, hace que medir el consumo de datos sea una mejor métrica que contar el número de líneas telefónicas.

La necesidad de que los gobiernos adopten las tecnologías digitales para fomentar el desarrollo económico y social se conoce en todo el mundo como transformación digital. Se ha definido como la digitalización de todos los segmentos productivos de la economía (tanto públicos como privados) para hacerlos más eficientes.

A medida que el gobierno reconoce las TIC como un componente inherente de sus iniciativas de desarrollo económico, modernizan su marco regulatorio de TIC para promover la adopción de tecnología. Por ejemplo, Colombia ha creado un viceministerio de transformación digital y República Dominicana está revisando su ley de telecomunicaciones para permitir una migración más rápida hacia la transformación digital del país.

Las diferencias de un marco regulatorio que data de las décadas de 1980/90, cuando las entidades reguladoras y de política pública creadas para supervisar la industria de las telecomunicaciones estaban principalmente a cargo de los procesos de privatización o liberalización, versus el establecimiento de marcos regulatorios que consideran un enfoque más holístico hacia el sector TIC, es esencial. Como, por ejemplo, considerar tres elementos relacionados al marco legal de las TIC:

  • Leyes que fomenten la adopción de las TIC, por ejemplo, declarando la banda ancha como un derecho humano o un servicio público.
  • Leyes que repercuten en las tarifas de las TIC: impuesto sobre servicios e impuesto a la importación.
  • Leyes que pueden afectar la oferta de servicios: limitar el tipo de servicio ofrecido con una plataforma tecnológica; calidad de servicio; definir velocidades de banda ancha; planes / subsidios de servicio universal, etc.

Asimismo, la contabilización del número de suscripciones a los servicios de telecomunicaciones debe tener en cuenta el servicio que se ofrece. Por ejemplo, la tecnología móvil está diseñada para ser utilizada por seres humanos, por lo que tiene sentido que se utilice la penetración de líneas por cada 100 habitantes. Aquí, sin embargo, debe hacerse una distinción entre los que utilizan tecnologías antiguas (analógicas y GSM) frente a los que utilizan tecnologías que permiten el uso de aplicaciones móviles avanzadas (UMTS / WCDMA y LTE).

Los servicios fijos tienen un hogar como mercado objetivo; por lo tanto, su penetración debe medirse por 100 hogares y no por penetración poblacional. El número de personas que tiene acceso a banda ancha en un país con 25 millones de accesos a banda ancha, con 100 millones de habitantes y un tamaño de hogar de 4 personas, al número de personas que accederían a este servicio si el tamaño promedio por hogar fuese de 2.5 personas. Misma cantidad de accesos de banda ancha, misma población, pero una gran diferencia entre quienes tienen acceso al servicio y quien no.

Finalmente, la disponibilidad de tecnologías de punta en un país no puede confundirse con su uso y adopción por parte de las autoridades gubernamentales. El aspecto más crucial que deben considerar los encargados de definir la política pública al evaluar esta métrica, aunque sea una tarea difícil, es el nivel de adopción de tecnología por nivel de gobierno: nacional, provincial / estatal, municipal, etc. ¿Existe un esfuerzo gubernamental coordinado para adoptar las TIC? ¿Se están implementando leyes para la inclusión de las TIC en los procesos gubernamentales? ¿Cuáles son las prioridades de TIC del gobierno y cómo se relacionan con la infraestructura desplegada en el país y la adopción de TIC por parte de la población?

Para poder establecer una estrategia de conectividad que atienda las necesidades de todos los segmentos de la sociedad es necesario comenzar a reevaluar las métricas que se van recopilando, siempre con énfasis en número de utilización a nivel local. Ignorar esta necesidad es como recetar la misma medicina a todos los pacientes de un hospital sin considerar su enfermedad.

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