El pasado miércoles 14 de marzo tuve el honor de participar en el Foro “Aportes a la Propuesta de Política Pública Nacional de Tecnologias de la Información y la Comunicación y Banda Ancha” organizado por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones del Perú y la colaboración de la Embajada de Japón en este país sudamericano.
Mi intervención formó parte del “Panel Internacional: El boom global de la teleeducación” donde compartí con expertos del Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones del Japón y de la Cámara Colombiana de Informática y Telecomunicaciones, entre otros, quienes disertaron sobre los modelos adoptados para fomentar la educación a distancia por medio de Internet en estos mercados.
Mi intervención fue más general, como le comenté a la audiencia en ese momento, quería dar un “pantallazo” de los distintos esfuerzos que se están haciendo en América Latina y el Caribe para educar a las nuevas generaciones. Intentar finalmente de democratizar el conocimiento para erosionar esa relación simbiótica entre poder adquisitivo y calidad de educación a la que se tiene acceso.
Para lograr este objetivo me enfoque en cuatro puntos muy importantes que deben considerarse al momento de establecer un programa de teleeducación. El primero es responder, ¿qué se pretende lograr con la implementación de un modelo de teleeducación que complemente la oferta presencial existente? En segundo lugar hay que considerar cual es la infraestructura necesaria para viabilizar los servicios, sin olvidar en este punto la importancia de los dispositivos a ser utilizados por los estudiantes. El tercer punto se refiere al mercado objetivo, cuales son los segmentos de la población que pueden beneficiarse de la teleeducación. Finalmente, el cuarto punto se centra en identificar oportunidades y obstáculos que enfrenta la implementación de cualquier estrategia gubernamental de teleeducación.
Beneficiarios
Cuando se habla de teleeducación estamos haciendo referencia a un término heterogéneo que abarca modelos completamente distintos de como acercar el servicio a la población. Es por esta razón que los gobiernos al contemplar la teleeducación como herramienta para impulsar el desarrollo tienen que definir exactamente cuáles son los objetivos de su iniciativa de educación en línea.
Lo anterior entendiendo que la teleeducación no se limita a entregar computadores o tabletas en escuelas que reciben una conexión a Internet. Este es apenas la implementación de teleeducación más conocida internacionalmente debido a la propuesta original de Negroponte del “One Laptop per Child” (OLPC) que influenció numerosos acercamientos regionales. Algunos de ellos bien intencionados y con objetivos claros, pero otros con objetivos mayormente populistas donde la convocatoria mediática era más importante al desarrollo de aplicaciones educativas o un sistema logístico de mantenimiento y reparación de equipos.
Los funcionarios públicos tienen que considerar teleeducación para atender otros segmentos de la población. Por ejemplo, para abaratar los costos de capacitación y reentrenamiento de personas que han perdido su trabajo al ser substituidos al quedar sus antiguas posiciones completamente obsoletas. Servicios de teleeducación en carreras técnicas prácticamente le garantizaría mayores posibilidades de encontrar empleo a quienes decidan participar en el reentrenamiento de carreras relacionadas con ciencias, tecnologías, ingenierías o matemáticas (STEM) en el país.
Obviamente resalté que ya había iniciativas de gobierno que apuntaban a la utilización de cursos en línea como parte de los esfuerzos para reentrenar a las personas en carreras de técnicas que les permitan obtener las destrezas necesarias para atender la creciente demanda existente por personas con conocimientos técnicos. Entre los ejemplos mencionados se encuentra la Comisión Europea que ve en los Cursos Online Masivos y Abiertos (COMA o MOOC por sus siglas en inglés) una oportunidad para suplir los vacíos existentes en la educación técnica y que fueron identificados en un estudio elaborado por esta misma entidad enfocado en determinar si las destrezas que se enseñan en cursos tradicionales responden con las necesidades cambiantes de las empresas.
Asimismo hice mención del pionero de las Américas, Trinidad & Tobago, en el uso de MOOC para incrementar los cursos técnicos que ofrece el gobierno para personas adultas. Finalmente, puse como ejemplo al profesor de la Universidad de El Salvador que incluyo como parte de su currículo un curso MOOC que tenía que ser aprobado por sus estudiantes. El objetivo era complementar la enseñanza del aula con contenidos avanzados y modernos que incrementen el conocimiento de los estudiantes.
Claro que al hablar de niños y adultos que buscan nuevas oportunidades de aprendizaje para avanzar en el mundo laboral no se terminó el dialogo sobre quienes deben beneficiarse de la teleeducación. Existe un tercer segmento de personas que históricamente han sido olvidados por los gobiernos de la región y que deberían ser protagonistas en cualquier iniciativa: los adultos mayores de sesenta años. Muchas veces ignorados, este segmento de la población está ávido de aprender cómo utilizar distintos dispositivos electrónicos que le permitan acceder a contenidos de entretenimiento o simplemente mantenerse conectados con familiares y amistades. O sea, tener un impacto positivo en la calidad de vida de estas personas.
Los gobiernos que se decidan por implementar estas u otras estrategias de teleeducación tienen que considerar que para que su legado tenga impacto, el programa educativo debe ser abordado como una política pública permanente, es un error crear estas iniciativas para que duren un periodo de tiempo predefinido o, en casos extremos, una gira por distintas municipalidades para dar talleres relacionados al uso de tecnologías digitales. La educación no es algo pasajero sino continuo y el mundo globalizado en el que vivimos está redefiniendo los parámetros de la misma. Paso a paso nos acercamos a un mundo laboral que exige una educación continua, aquellos países que logren internalizarlo serán los que mejores preparados estén para adoptar nuevas tecnologías en el futuro.
Cuando se pregunta abiertamente ¿cuáles son los segmentos de la población que se pueden beneficiar de la teleeducación? La respuesta es sencilla: todos.
Infraestructura
Una respuesta que no debe quedarse en un consenso de atrapado en el papel. Se debe tomar acción para asegurar que toda la estrategia de política pública sobre teleeducación puede ser implementada por lo que es necesario hacer un relevamiento de la infraestructura presente en las localidades donde se espera que estas iniciativas tengan mayor adopción e impacto.
Una estrategia nacional de teleeducación que no integre la modernización de la infraestructura disponible en localidades rurales y suburbanas de escasa densidad poblacional y/o bajo poder adquisitivo solo podrá ofrecer servicios a aquellos que ya cuentan con las diversas alternativas educativas típicamente disponibles en las zonas urbanas.
Visto de otra forma, es imposible que en zonas rurales la población se beneficie de cursos en línea si no se puede conectar a Internet a velocidades aceptables para sus necesidades. Obviar este detalle implica malgastar fondos públicos en un esquema de teleeducación que nunca podrá cumplir con las expectativas pautadas desde un despacho de gobierno. Lo mismo aplica para la escuela con cincuenta niños a los que se les entrega una computadora pero que sólo cuenta con una conexión de menos de 2 Mbps. Es irrisorio pensar que se combate la brecha digital más básica en esas condiciones.
La estrategia de teleeducación tiene que ser integrada y considerar a cabalidad todos los aspectos relacionados a la infraestructura mínima que debe estar desplegada para que quienes deseen conectarse puedan hacerlo. Lo anterior siempre teniendo presente que no todas las plataformas tecnológicas son idóneas en todos los escenarios por lo que se debe fomentar la conectividad con un acercamiento hibrido en el que se invierte en la tecnología más costo eficiente según los parámetros que se espera cumpla la misma.
Asimismo, es imperativo reiterar que toda la infraestructura y cobertura del mundo resultan inoperantes si quienes deben beneficiarse del acceso a Internet no cuentan con los dispositivos adecuados para hacerlo. Contabilizar todos los dispositivos inalámbricos que puedan acceder a una página web como similares es un despropósito. Yo puedo utilizar un viejo teléfono EDGE para conectarme a Internet pero las velocidades de transmisión (seguramente también el tamaño de la pantalla y el interface de las teclas) hacen imposible que este se pueda utilizar para atender un curso en línea.
El éxito de cualquier estrategia de teleeducación depende de que el mercado objetivo de estos esfuerzos pueda conectarse a Internet con un dispositivo adecuado y una velocidad que no deteriore el acceso a los contenidos educativos.
Apostar al futuro
Mientras hablaba de como la teleeducación en América Latina y el Caribe resalté que la misma era considerada, por los pocos países con programas para fomentarla, como parte de los planes de conectividad existentes. Admito que trabajar para los lanzamientos de iniciativas de teleeducación es positivo, pero hay que ir más allá de los planes de conectividad. ¿Por qué? Simplemente porque la gran mayoría de los planes de conectividad, universalización de banda ancha o servicio universal (el nombre es lo menos importante) cuentan con una fecha de inicio y otra de caducidad.
Lo interesante es que la educación no tiene caducidad y como bien se establece en diversos tratados internacionales que han sido firmados y ratificados por la mayoría de los países de las Américas, la educación es un derecho de la población y, por ende, una obligación del gobierno. Es por tal razón que se debe mirar los estudios en línea como una oportunidad de incrementar el número de personas beneficiándose de estos servicios, sin olvidar, que esta expansión del mercado objetivo se hace con una menor inversión que por medios tradicionales.
Tampoco hay que obviar el rol que el sector privado podría tener en las estrategias de fomentar la educación en el país. Las iniciativas público privadas podrían ser parte de la solución de como incrementar y mejorar la conexión a los centros educativos públicos ubicados en las distintas regiones de un país. Sobre todo si el acuerdo conlleva un acelerado despliegue de tecnologías de información y comunicaciones (TIC) que sirvan como plataforma para servicios como teleeducación, telemedicina o teletrabajo, entre otros.
Conclusiones
Las conclusiones no se centraron en inventar lo que todos sabemos sino a repetir varios conceptos bastante claros. Entre ellos, reiterar que el desarrollo económico de los países de América Latina, incluyendo el Perú, dependerá en gran parte de mejoras en la educación. Aquí hay que considerar que viabilizar una economía digital incluye mejorar la oferta educativa para preparar a los expertos técnicos del futuro que puedan atender la demanda que resultará de la llegada de nuevas tecnologías como 5G.
Por otro lado, cuando se habla de teleeducación, no se trata de suplantar sino colaborar. La creatividad local muchas veces es más importante que la implementación de modelos foráneos. Definir necesidades escuchando al que tiene que vivir con ellas es más acertado que creer al profesor de la Universidad de Harvard que nunca antes había pisado el país.
Todos somos conscientes que las redes de telecomunicaciones son necesarias para poder digitalizar servicios como salud y educación. En este sentido la cobertura es sólo el primer paso, debe haber facilidades para que los dispositivos que sirven para acceder a los nuevos servicios digitales sean asequibles a su público objetivo.
Tampoco hay que olvidar temas como logística, mantenimiento y capacitación son elementos claves de cualquier iniciativa. No es un proyecto a corto plazo con fecha de inicio y conclusión sino una inversión a largo plazo sin fecha de expiración.
Por último, como extranjero invitado por las autoridades de gobierno del Perú para mí fue un privilegio compartir algunas de las experiencias regionales relacionadas al uso de las TIC en la educación. Saber que el gobierno peruano está abiertamente discutiendo este tema es ya una señal de esperanza de que pronto, a nivel regional, el tema de la educación será – al igual que las TIC – un tema transversal de desarrollo.
Referencias
Las imagenes son del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, Pinterest y del autor.