Los primeros años del siglo XXI se toparon con una región latinoamericana desbordada por el increíble crecimiento que se observaba en el sector de las telecomunicaciones. Históricamente la mayoría de los operadores con capital público habían sido cooptados por las exigencias electorales del interés político-partidista del momento, lo que se traducía en una increíble lentitud en el despliegue de nuevas tecnologías, bajos montos de inversión y una cultura empresarial donde el cliente no era el elemento más importante.

Casos extremos exhibían demoras de más de cinco años desde el momento de solicitud hasta la fecha de instalación. Los hogares con línea telefónica se vendían más caros que aquellos que se encontraban desconectados con el mundo.

Ya las postrimerías del siglo anterior mostraban indicios de una nueva realidad. El paradigma comunicacional estaba mutando gracias a la introducción de la telefonía celular bajo un esquema de cobro importado de Portugal pero centrado en los usuarios de bajo poder adquisitivo. Sí, los servicios celulares prepagados masificaron la telefonía y se convirtieron en los principales culpables para que localidades que por décadas fueron ignoradas por los operadores de telecomunicaciones alámbricos repentinamente fuesen atractivas dado a su corto periodo de retorno de inversión.

Un fenómeno de la primera década del siglo fue la increíble cantidad de operadores que repentinamente comenzaron a surgir en todos los mercados de la región. La exuberancia, las sobredimensión del mercado y en unos pocos casos la especulación llevó a una increíble proliferación de operadores de telecomunicaciones. Hubo operadores de todos colores, sabores, plataformas tecnológicas, interesados en segmentos específicos del mercado o a nivel nacional.

Uno de los mercados pequeños que repentinamente se vio abordado por numerosos operadores móviles fue El Salvador. Esta pequeña nación centroamericana con cerca de seis millones de habitantes por mucho tiempo ha tenido el privilegio de tener más operadores móviles ofreciendo servicio a nivel nacional que Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Venezuela. Sí, El Salvador con cinco operadores con presencia nacional tiene más empresa con red propia ofreciendo servicio móvil que cualquiera de las siete más grandes economías de América Latina. Además, exhibe desde hace muchos años un mayor número de líneas móviles por población que cualquiera de estos mercados: 120%.

La experiencia vivida tanto en mercados pequeños como Puerto Rico, como los de mayor tamaño como México o Brasil sirve para comprender que la consolidación del mercado (léase fusión de empresas) es un paso natural para el mercado salvadoreño de telecomunicaciones, que entre otras cosas se encuentra sediento por la falta de espectro radioeléctrico que permita cambios importantes en las redes de telecomunicaciones locales.

El espectro de la consolidación no tardó mucho en llegar y en el 2011 se anuncia la intención de un operador de hacerse de los activos de otro – ambos de logo color rojo. Inicialmente no parecía que hubiese problema pues el ente regulador, la Superintendencia General de Electricidad y Telecomunicaciones (SIGET) aprobaba la transacción. El obstáculo que finalmente quebró el negocio fue el requisito impuesto por la Superintendencia de la Competencia (SC) al exigir la devolución de 20 MHz en la banda 1900 MHz (identificada como de Región 2) en lugar de la banda de 900 MHz (identificada como Región 1).

Desde entonces, las discusiones del sector han sido múltiples. Entre las que se pueden mencionar se encuentra el deseo de agilizar la regulación y el establecer las condiciones necesarias para que entre un sexto operador móvil en el mercado a construir una red desde cero e invertir en adquisición de clientes.

Sin embargo, es necesario hacer un repaso de realidad. El mercado móvil de El Salvador presenta mayores niveles de competencia y tasas de penetración superiores a las exhibidas por Honduras y Costa Rica en sus últimas licitaciones de espectro móvil. El resultado de ambos procesos fue el abandono del proceso de operadores interesados pues el mercado no reunía las condiciones necesarias para garantizar un retorno de inversión positivo dentro de un periodo de tiempo razonable.

El Salvador con cuatro operadores regionales y un operador local tiene ínfimas posibilidades de atraer a un operador dispuesto a invertir en el lanzamiento de una nueva red móvil. Ante las grandes barreras de entrada para un nuevo operador móvil con infraestructura propia, las autoridades salvadoreñas deberían considerar contemplar la figura de operadores virtuales (MVNOs por sus siglas en inglés) en este mercado como alternativa para incrementar la competencia de servicios móviles en el país.

Independientemente de cual sea la decisión de las autoridades de regulación salvadoreñas, es imperativo que se entregue espectro adicional que permita mejorar la conectividad en zonas rurales del país. De esta forma, iniciativas que buscan integrar las telecomunicaciones con servicios de salud, educación y seguridad serían más fáciles de verse implementadas con redes que sean capaces de transmitir datas a velocidades que superen los 250 Mbps. ¿Se imaginan las posibilidades de hospitales, escuelas y otras dependencias gubernamentales en cada uno de los catorce departamentos del país?

Con numerosas dificultades el pulgarcito de América supera a las grandes naciones en niveles de adopción, ¿qué sucedería con la llegada de tecnologías donde el contenido reina supremo?

Referencias

La imagen es de Pixabay.

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