Cuando se habla del mercado de voz sobre LTE (VoLTE), lo que se observa en EEUU en términos de estrategia de operadores está varios años más adelantado a cualquier evento que está tomando lugar en la actualidad en América Latina. Por un lado, estamos ante uno de los mercados con mayor porcentaje de líneas en el mercado siendo LTE y que cuenta por si solo con economías de escala lo suficientemente robustas para soportar cualquier cambio tecnológico en el área de dispositivos. En estos momentos solamente Uruguay muestra una situación similar en la adopción de esta tecnología en la región aunque paradójicamente sea uno de los países que menos espectro radioeléctrico haya entregado a los tres operadores móviles del mercado.
Esto último no es un tema menor, teniendo en cuenta por un lado que el anuncio de un operador estadounidense de que espera apagar su red GSM en el 2017 (rescatando espectro que será destinado a tecnologías de banda ancha móvil) se apoya por un lado en el alto porcentaje de usuarios LTE que utilizan servicios VoLTE lo que quiebra con el requisito de mantener ya sea CDMA o GSM como canal de voz para las comunicaciones de telefonía de quienes utilizan LTE. En otras palabras, sin VoLTE un operador puramente LTE no podría ofrecer servicios de voz a sus usuarios – tema muy importante si se considera en México el modelo que podrían implementar los operadores móviles virtuales interesados en alquilar capacidad a la futura Red Compartida. Aunque la telefonía móvil haya sido relegada a ser un servicio de valor agregado más, esto no significa que sea obsoleta o que no genere valor a los usuarios. Simplemente su rol ha mutado para ser un servicio básico que en los próximos años seguirá perdiendo protagonismo en los ingresos de los prestadores de servicio de telecomunicaciones.
Si se cruza el Atlántico para observar el desarrollo que está teniendo LTE en adopción y cobertura en Europa encontramos que es un crecimiento más lento (similar en muchos casos a lo que se ha visto en mercados latinoamericanos), por lo que considerar como objetivo de corto plazo apagar la red GSM no es viable. Ergo, los anuncios provenientes de Noruega de los planes de un operador que piensa apagar su red 3G en 2020 (y utilizar este espectro en tecnologías más avanzadas), mientras que su red GSM está proyectada para desconexión apenas en el 2025. En ambos casos, el impacto inmediato es liberar espectro radioeléctrico que pueda ser utilizado de forma inmediata para la oferta de servicios avanzados de banda ancha móvil como LTE Avanzado o el futuro 5G.
La baja penetración de VoLTE en los países latinoamericanos junto a la gran cantidad de dispositivos M2M que se conectan por medio de redes de 2G en la región hace inviable a corto y mediano plazo el apagón de las redes de segunda generación. Es por esta razón que los operadores apuestan a la evolución normal del mercado en términos de dispositivos con nuevas tecnologías (eventualmente los de 2G se dejarán de comercializar tanto para individuos como para IoT) que permita la desconexión de la red GSM sin dejar sin algún servicio a millones de usuarios.
Sin embargo, esta transición a terminales VoLTE no es sencilla pues aún falta que la mayoría de los operadores móviles latinoamericanos tienen comenzar a comenzar a comercializar VoLTE. Esto ayudaría a incrementar las economías de escalas de estos aparatos permitiendo una reducción en su precio. Esto no es un dato menor si se considera que en América Latina el impuesto promedio que se aplica a los dispositivos móviles supera el 25% y la estrategia comercial de muchos operadores incluye no otorgar subsidios a teléfonos para clientes prepagos.
LTE es la primera tecnología móvil completamente IP con una adopción global. Sin embargo, como todas las generaciones móviles anteriores su nivel de adopción dependerá de cuán rápido pueden llegar al mercado dispositivos que puedan utilizar los distintos desarrollos tecnológicos que pueden acomodarse a esta tecnología como VoLTE en el caso de la voz o Carrier Aggregation para incrementar el tamaño de los bloques de espectro que utiliza un operador para ofrecer servicios y alcanzar velocidades (si lo permite el backhaul existente) pico iniciales de hasta 250 Mbps como ya se observa en Santiago de Chile, Lima en Perú y gran parte de la geografía de Puerto Rico.
Mientras esto no suceda, no se estará aprovechando al máximo las ventajas de esta tecnología.
Referencias
Una versión corta de esta columna fue publicada en El Economista de México.
La imagen es de Pixabay.