Una historia extremadamente familiar para cualquier persona que haya abierto una cuenta en alguna de las múltiples redes sociales u optado por utilizar un servicio como Gmail es el largo documento de condiciones que tiene que ser aprobado y que al oprimir el botón digital de “acepto” lo transforma en usuario. Queda claro que el número de personas que leen la letra pequeña de estos contratos es ínfimo, sobre todo cuando el portal usualmente se guarda los derechos a hacer cambios unilaterales sin tener la obligación de avisar previamente a los usuarios.
Es bajo este contexto que el año pasado llegó a las pantallas de cine estadounidense el documental “Terms and Conditions May Apply” que podría traducirse como “Términos y condiciones podrían ser válidas” en referencia a las numerosas normas que se aceptan sin previa lectura. Lo interesante de este film de 79 minutos es la forma en que hilvana cómo las empresas han ido modificando su acercamiento hacia los datos personales recopilados por sus usuarios, ya sea para fines comerciales o para cumplir con pedidos de información por parte del gobierno. El resultado se puede definir como la prostitución de la privacidad de los individuos para atender fines políticos e incrementar los ingresos generados por las empresas que propietarias estos portales de Internet.
El objetivo del director de este filme, Cullen Hoback, es mostrar que al aceptar los contratos digitales, los consumidores están regalando su privacidad. Asimismo, teniendo en cuenta que el documental se centra en el mercado estadounidense, se viabiliza la modificación del marco legal existente para erosionar los derechos que tiene como usuario. O sea, contrario a la creencia popular, no leer la letra pequeña sí tiene consecuencias adversas para el consumidor. Por ejemplo, la pérdida de alrededor de US$ 250.000 millones anuales por parte de los consumidores debido a la aceptación de estos contratos.
El problema tampoco presenta una solución fácil de implementar, pues sólo en los Estados Unidos el intentar leer todos los contratos que un usuario promedio acepta en Internet equivaldría en tiempo a un mes de trabajo anual (180 horas). Por otro lado, las violaciones a la privacidad que se habilitan son en su mayoría en forma pasiva: el usuario no se entera que su privacidad está siendo invadida.
Quizás el elemento más fuerte que muestra el video es la broma que la extinta tienda de videojuegos inglesa, Gamestation, implementó en 2010 durante el día de los inocentes para resaltar cuan abusivo pueden ser las corporaciones al dictar condiciones contractuales con los usuarios. Gamestation decidió incluir por 24 horas una clausula en su contrato de uso que le daba los derechos por toda la eternidad del “alma inmortal” del usuario. Resultó un éxito. La empresa se hizo dueña de más de 7.000 almas sin tener que pasar las vicisitudes vividas por Fausto o Dean Winchester, entre otros:
By placing an order via this Web site on the first day of the fourth month of the year 2010 Anno Domini, you agree to grant Us a non transferable option to claim, for now and forever more, your immortal soul.
Luego de esta introducción se nos comunica la tesis principal del documental: el gobierno está utilizando las condiciones contractuales que nos imponen redes sociales como Facebook o proveedores de servicios de telecomunicaciones como AT&T para justificar regulaciones que permitan violar los derechos de privacidad que poseen las personas.
Aunque se reconoce que históricamente hubo numerosas propuestas a favor de establecer leyes de privacidad para Internet en los Estados Unidos, el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001 hizo que los mismos fuesen descartados, permitiendo la aprobación casi unánime de la Ley Patriota (Patriot Act) el 26 de octubre de 2001. Es la aprobación de esta ley la que cambia el paradigma de las empresas al expandir su habilidad de utilizar datos pues la anonimidad de sus usuarios no es rentable.
El siguiente segmento del documental consiste en enumerar diversas iniciativas gubernamentales como el “Total Information Awareness Program” de los Estados Unidos han tenido como objetivo la recopilación de datos de ciudadanos estadounidenses dentro del territorio de esta nación sin previa autorización judicial. Antes de que fuese cancelado por el repudio general en medios estadounidenses, el objetivo de este programa era la implementación de una política de prevención donde los individuos eran monitoreados sin haber cometido un crimen.
Cuando uno comienza a preguntarse sobre qué derechos tiene uno como ciudadano se explica que contrario a la situación actual en los Estados Unidos la regulación europea obliga a las empresas a entregar toda la información recopilada sobre un individuo si este la solicita. El consumidor estadounidense simplemente no tiene manera de conocer el verdadero alcance de la información que diariamente almacenan las empresas sobre su persona.
El futuro no se ve prometedor debido a que las innovaciones tecnológicas mueven a los usuarios a la adopción de teléfonos que son capaces de almacenar mayor cantidad de información que los que se utilizan en la actualidad. Los adelantos tecnológicos también son utilizados para explicar la decisión del gobierno de almacenar información por periodos indefinidos de tiempo, lo cual permite que la información encriptada se retenga hasta que ese código pueda ser quebrado por las autoridades del país.
El documental concluye en dos partes. La primera, una fuerte crítica al Presidente Barack Obama, pues ha sido quien más delatores (whistleblowers, en inglés) ha condenado a prisión en Estados Unidos, más que todos los presidentes estadounidenses de la historia juntos. La segunda, resaltar las contradicciones en las declaraciones de Mark Zuckerberg , fundador de Facebook, sobre privacidad del individuo a través de los años.
Al concluir el filme el espectador queda con una sensación de paranoia sobre la capacidad que tienen los gobiernos de explotar la tecnología para vigilar. Lo preocupante es que esta historia realmente no es novedosa. En el pasado fue notorio como, por medio de Wikileaks, Julian Assange revelaba documentos que mostraban como numerosas empresas de tecnología compartían información privada de sus clientes. Posteriormente, delatores como Russel Tice o Edward Snowden han confirmado la existencia de vigilancia a ciudadanos estadounidenses por parte del gobierno y la recopilación de millones de datos de toda la población.
La defensa del gobierno – luego de las filtraciones de Snowden – ha sido afirmar que solo se registraban acciones y no contenido. O sea, cuándo se llama y a quién pero no la conversación. Desafortunadamente, los avances en la rama de estudio denominada como física social logrados por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) contradicen el argumento de los representantes del gobierno federal estadounidense. Pero las revelaciones de Snowden y los avances en física social son temas a los que dedicaré su propio espacio en el futuro.
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