El mundo de las telecomunicaciones ha evolucionado bastante en las últimas tres décadas. Pretender analizar el entorno actual de cualquier mercado cegado por principios ya caducados, puede ocasionar un daño no intencional al sector por medio de la imposición de frenos a la innovación debido a un incremento innecesario en los costos de proveer servicios.

Aquí cualquier interesado en ofrecer servicios de telecomunicaciones tiene que considerar que las plataformas tecnológicas actuales son convergentes, por lo que una inversión que en el pasado se rentabilizaba con un sólo servicio, hoy ofrece a los inversionistas distintas alternativas para recuperar sus recursos. Asimismo, estas alternativas no siempre se aterrizan en el mundo tangible de la infraestructura y dispositivos, sino que incluyen el rol que las plataformas digitales puedan jugar en el ecosistema de telecomunicaciones local.

Todo lo anterior sin olvidar que el usuario de servicios de telecomunicaciones en América Latina, aunque se ha ido sofisticando en su demanda de servicios, sigue siendo bastante elástico, por lo que el precio final siempre es un atractivo aliciente para atrapar usuarios, exigentes, pero con bajos niveles de lealtad hacia un operador en particular.

Bajo este contexto es que aterriza en América Latina y el Caribe la llamada quinta generación de tecnologías móviles. Una generación que implica un cambio total de paradigma en la forma en que se despliega la red y el modelo de negocios que soporta a la nueva tecnología. El modelo de negocio de la 5G va atado al rol de esta tecnología inalámbrica de ser la plataforma con la que se comience a desplegar de forma acelerada una nueva generación de dispositivos que sirvan para incrementar la eficiencia de los distintos segmentos productivos de la economía, como también de las entidades públicas.

Dicho de otra forma, es la plataforma que permitirá la proliferación de una nueva generación de Internet de las Cosas (IoT por sus siglas en inglés) que acompañe a la conectividad del dispositivo con servicios de hospedaje en la nube y analítica. Se trata de un modelo de negocio con el potencial de ofrecer un aprendizaje constante a aquellas empresas que son clientes de los proveedores móviles que comienzan a implementar soluciones IoT. Precisamente la necesidad de hospedaje en la nube, transmisiones encriptadas y la capacidad de analizar los datos almacenados, son oportunidades que llevarán a más de un proveedor móvil a abrir divisiones de negocios enfocadas en este nicho del mercado.

5G también representa un gran desafío en todo lo relacionado a cómo se van a desplegar las redes de infraestructura de los distintos proveedores de servicio. Las promesas de velocidades de transmisión de datos medidas en Gbps, obligan a las empresas a considerar como enlace entre las antenas de la red y la red dorsal de telecomunicaciones del país, un enlace de fibra óptica, pues es la única tecnología capaz de soportar las grandes cantidades de tráfico originado y terminado en cada antena. Otras alternativas como enlaces de microondas o satelitales también serán utilizados en zonas apartadas o con geografía que impida un despliegue con costo eficiente de fibra óptica. Sin embargo, el desempeño de estas tecnologías no se podrá comparar con el de las redes de fibra óptica.

Esta realidad hace que, a futuro, en lugar de estar hablando de inversión en fibra al hogar, muchas empresas comiencen a enfocarse en despliegues de fibra a la torre o antena. Un giro que implica grandes montos de inversión en incrementar la presencia de la fibra óptica en el mercado y una mayor flexibilidad por parte de operadores móviles en rentar capacidad a empresas que anteriormente no eran vistas con buenos ojos. A veces el bolsillo puede más que el orgullo, un despliegue rápido de 5G dependerá de la infraestructura disponible en las localidades donde se pretende lanzar estos servicios.

La demanda incremental en fibra óptica no es un fenómeno que ocurrirá en un vacío. El desarrollo de redes 5G dependerá de las franjas de espectro radioeléctrico que se utilicen para ofrecer los servicios. Esto significa la utilización de bandas bajas para garantizar cobertura, medias para garantizar mayores velocidades y altas para descongestionar la red al soportar grandes cantidades de tráfico. No obstante, según nos recuerda las leyes de la física, a mayor frecuencia, menor es la elongación de la onda o cobertura geográfica que nos brinda una antena. Por lo que, mientras se incremente el uso de bandas milimétricas, se incrementarán los montos de inversión de los distintos operadores.

Considerando que, con el paso del tiempo, las antenas que ofrecen servicios en bandas medias y bajas se enfrentarán a niveles de saturación por el alza en la cantidad de tráfico cursado por las mismas, forzando la utilización de pequeñas celdas que utilicen bandas milimétricas para descargar tráfico; los montos de inversión para desplegar, expandir y mantener una red de 5G, son exponencialmente más altos que los históricamente registrados por generaciones inalámbricas móviles anteriores.

Si a estos nuevos requisitos en montos de inversión le sumamos la presencia de actores no convencionales que al competir con los operadores móviles tradicionales le erosionan sus ingresos, por ejemplo, en servicios de telefonía; es fácil entender cómo los operadores móviles en un futuro cercano vayan modificando su comportamiento histórico acerca de la compartición de infraestructura, para ser más abiertos a la posibilidad de llegar a acuerdos con sus competidores históricos.

También, así como se hace atractivo para los proveedores de servicios mayoristas de tráfico, expandir su cobertura de fibra óptica para alinearse a las demandas del mercado, es muy factible contemplar a futuro una mayor voluntad de los distintos operadores móviles de vender capacidad a competidores con red propia o virtuales para que estos puedan ofrecer servicios a sus clientes en zonas donde carecen de infraestructura propia.

Estos servicios pueden contemplarse de distinta forma en las normativas regionales, desde itinerancia nacional (roaming), hasta la creación de un operador móvil virtual (OMV). Al final lo que se hace en ambos casos es vender capacidad mayorista para que un operador móvil pueda conectarse a una red establecida y por medio de esta ofrecer servicios a sus clientes. Un acuerdo que le ahorra dinero y crea una nueva fuente de ingresos para el operador que venda capacidad.

Los próximos años mostrarán cómo un número mayor de operadores comprarán capacidad de sus competidores (que pueden ofrecer o no servicios móviles minoristas) y hasta el surgimiento de operadores inalámbricos que tengan como única función ofrecer servicios mayoristas de acceso al espectro radioeléctrico. Lo que queda claro es que debido a los grandes montos de inversión que requiere 5G, ningún operador podrá cubrir todos los costos relacionados con ofrecer 5G a nivel nacional.

Lo dicho, el acercamiento al mercado ha evolucionado y 5G acelerará los cambios en comportamiento de más de un operador.

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