La inminente llegada de 5G a América Latina y el Caribe cada día crea más expectativa en los gobiernos de la región. Para estos, el arribo de la nueva tecnología debería suponer un impacto positivo en el crecimiento económico local ya sea por el incremento en eficiencias en los diversos segmentos productivos del país o por el nuevo conocimiento que siempre acompaña a la innovación.
No obstante, la conversación sobre 5G no siempre llega a aclarar todas las interrogantes relacionadas a esta tecnología. Uno de los principales desafíos que encuentra la posibilidad de ofrecer velocidades cercanas a 1 Gbps por medio de un teléfono móvil es encontrar la aplicación que justifique la inversión para el despliegue de estas redes. Responder la pregunta sencilla: ¿qué puedo lograr con 5G que no puedo hacer con LTE Avanzado?
El foco de esta interrogante es el público masivo pues características como la baja latencia y la robustez de la tecnología para transportar enormes cantidades de tráfico presenta otro tipo de ventajas. Asimismo, las aplicaciones empresariales en ciertos segmentos verticales como el financiero no son muy complejas de imaginar. Sin embargo, cuál será ese servicio que incitará el interés de las masas, con 3G vimos un inicio en el acceso a contenidos audiovisuales que llegó a su punto de madurez con LTE. ¿Cuál será ese siguiente paso evolutivo que nos habilita 5G?
Independientemente de la respuesta, lo que es una realidad es que los despliegues de 5G estarán ocurriendo muy pronto tanto a nivel global como a nivel latinoamericano – al menos más allá del lanzamiento hecho en Catar durante mayo de 2015. Por ejemplo, la consultora inglesa Ovum estima que para dentro de tres años en América Latina habrá cerca de 4.3 millones de conexiones 5G. Las cifras globales para ese tiempo, finales de 2021, se ubican en 111 millones de conexiones.
Las fechas de crecimiento de 5G móvil en América Latina son similares para las distintas consultoras y empresas de investigación enfocadas en el desarrollo de las telecomunicaciones en la región. Global Data (que incluye a la antigua Pyramid Research) comienza a contabilizar abonados 5G móvil en América Latina y el Caribe desde el 2020. La pregunta ya no es cuánto tardará el 5G en llegar a la región sino cuáles serán los primeros mercados en ofrecer comercialmente esta tecnología.
Precisamente esta pregunta es una de las que se trató de responder en el foro “5G & LTE Latin America” celebrado en Rio de Janeiro 2018, organizado por la empresa inglesa Knect365. Mi participación se limitó a dar una visión regional del estado de las telecomunicaciones regionales, identificando aquellos elementos esenciales para poder desplegar una red de 5G que lleve a una rápida utilización de sus servicios. Ante un tema tan amplio, fue necesario llamar a la calma y controlar expectativas pues más allá de grandes velocidades el valor real de esta nueva red inalámbrica será en soportar el tráfico agregado que resultará de la gestación de nuevos negocios gracias a la digitalización de la economía.
Al enfrentarme con la pregunta de cuáles serían los primeros mercados en lanzar 5G simplemente respondí que había que ser cuidadoso pues los primeros lanzamientos de la tecnología en la región se enfocarían en servicios fijos, aquí los sospechosos eran los mismos protagonistas de siempre: Brasil, Puerto Rico y Uruguay. Si se habla de lanzamientos de 5G para servicios móviles, a este grupo de países habría que sumarle Chile siempre y cuando el otrora líder en innovación móvil de la región logre asignar más espectro en este mercado, evitando repetir los problemas legales que han arropado la entrega a los operadores de la banda de 700 MHz en ese país.
Gran parte de la discusión durante el evento se centró en los desafíos existentes que deben ser atendidos para eventualmente lograr cobertura nacional en 5G. Como era de esperar el país sede, Brasil, procedió a explicar el trabajo que se estaba llevando a cabo a nivel regulatorio para lograr alcanzar las condiciones necesarias para el despliegue de 5G en un futuro cercano. Esto llevó al representante de la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (ANATEL) a mencionar que un total de 33,25 GHz de espectro en bandas milimétricas está siendo estudiado por el regulador, incluyendo un bloque de 10 GHz entre las bandas de 66 GHz a 76 GHz.
La responsabilidad de identificar diferentes frecuencias de espectro radioeléctrico deriva de la necesidad de poder desplegar las nuevas redes de forma más costo eficiente, dando prioridad a bandas bajas cuando se precise cubrir zonas de gran extensión geográfica pero poco origen de tráfico. Mientras las bandas altas se utilizan en centros urbanos de gran densidad poblacional y con alta concentración de dispositivos conectados a las redes inalámbricas de los operadores de servicio móvil.
Es fácil inferir, este objetivo en mercados grandes y con topografía diversa como Brasil la tarea no es fácil y la inversión es astronómica. Si consideramos que la primera línea de LTE móvil en Brasil fue lanzada en 2012, aún con disposiciones gubernamentales que impulsaban un despliegue agresivo de la tecnología en los principales centros urbanos del país, luego de seis años solo un 93% de la población tiene acceso a LTE.
Esta cifra es importante y supera los números presentados por mercados como México, Perú o Venezuela pero que también refleja lo complejo que es expandir una nueva red de servicios inalámbricos a nivel nacional. Situación que se verá exacerbada con la llegada de 5G y la necesidad de incrementar exponencialmente el número de antenas en el mercado para poder utilizar las frecuencias milimétricas antes mencionadas.
El problema principal que puede tener 5G en lugares remotos como en medio de la selva o localidades del noreste de Brasil con una baja densidad poblacional es el backhaul. Como llevar todo ese tráfico que pasa por la antena hasta la red dorsal nacional y conectar al usuario con el destino IP seleccionado.
La fibra óptica es la plataforma ideal para llevar este tipo de conexiones pero no siempre es costo eficiente utilizarla. Es por esta razón que otras alternativas, desde microondas hasta conexiones de satélites tienen que ser contempladas. La pregunta forzada ante esta realidad es cuánto ha disminuido los costos de conexión y transporte por estas dos plataformas que por años han sido tan onerosas en América Latina y el Caribe.
La respuesta se presenta positiva, hay razones para creer que así como fueron integradas en el plan de conectividad de Colombia o en Argentina Conectada, ambas alternativas inalámbricas tendrán un rol protagónico en comunidades apartadas. Sobre todo si se escucha a los ejecutivos de las distintas flotas satelitales con pisada en la región quienes al parecer coinciden en la necesidad de incrementar la capacidad satelital disponible en las bandas Ka y Ku para América Latina y el Caribe. Un discurso que no parece ser vacío al revisar los transpondedores que estarán en los futuros satélites a ser lanzados en la región.
Finalmente, el tema de armonización de espectro radioeléctrico fue discutido intensamente. El insumo esencial para cualquier tecnología inalámbrica es el espectro y para 5G conversaciones preliminares han identificado una necesidad de entregar a los operadores entre 3 GHz a 18 GHz para atender zonas densamente pobladas con un alto consumo de datos. Identifica el espectro es la parte fácil, limpiarlo y asignarlo ya se presenta mucho más problemático como se ha visto en los últimos años en El Salvador, México o Chile.
Yo por mi parte acoté que no tan sólo es identificar más espectro sino asegurarse que al momento de su asignación el mismo se encuentre limpio y listo para ser utilizado. Lo anterior no es algo sencillo y su complejidad varia de país en país en la región. Lo que queda claro es que mientras más se atrasa la cantidad de espectro que puede utilizarse para servicios móviles, mayor la posibilidad de que la llegada de nuevas tecnologías se demore.
Agregué que es importante tener en cuenta que en ocasiones la limpieza del espectro no es posible de forma inmediata porque el mismo está ocupado y no se tiene información de quien es el usuario o cuantos puntos de acceso utiliza para transmitir su señal, lo que indica sobre la imperiosa necesidad de tener un mapa de antenas para servicios concesionados en cada país para agilizar cualquier proceso referente a la administración de este recurso finito del estado llamado espectro radioeléctrico. Por otra parte, si quien utiliza el espectro radioeléctrico son las fuerzas armadas el nivel de complejidad que existe para su liberación es relativo pues se puede estar hablando de asuntos relacionados con la seguridad nacional.
Lo que no es viable ni saludable es entregar el espectro sucio, sin conocer quien lo usa o imponer precios tope para que el usuario que en la actualidad lo utiliza lo abandone. Lo único que se logra es inflar artificialmente un precio que luego tendrá que ser recuperado por los operadores móviles, en otras palabras puede significar mayores tarifas, menor agresividad en el lanzamiento de promociones o simplemente un despliegue y expansión de infraestructura más lento de lo normal.
La llegada de 5G cada vez está más cerca, pero será un proceso lento y complejo. Tan sólo queda esperar. Mientras se da esta espera, será LTE en sus versiones más avanzadas la tecnología que atenderá las demandas de los clientes. En el mundo de servicios masivos esto será por más tiempo que en el empresarial.
Referencias
Las imágenes son de Pixabay.